Los dichos del tío Fabián, de José María Gabriel y Galán | Poema

    Poema en español
    Los dichos del tío Fabián

    Pues, señor, el otro día 
    vino un tío a visitarme 
    y sigue con la manía 
    de venir a marearme. 

    Con su charla singular 
    la sangre misma me enciende; 
    charla y charla sin cesar, 
    ¡pero cualquiera lo entiende!... 

    Tiene él un prado inmediato 
    a una linda huerta mía, 
    y ayer fui a su casa un rato 
    a ver si me lo vendía. 

    'Tío Fabián, vamos a ver 
    -le dije con claridad-: 
    ¿usted me quiere vender 
    el prado de la hermandad?' 

    'Si lo vende, hago una puerta 
    para mi huerta lindante, 
    mas si usted quiere mi huerta, 
    yo se la vendo al instante.' 

    El tío Fabián sonrió, 
    con aire ufano y sencillo; 
    después tosió, se rascó 
    y escupió por el colmillo. 

    Y echando al fuego unos palos, 
    me contestó el tío Fabián: 
    'que los tiempos andan malos...; 
    que patatín..., que patatán...'. 

    'Deje esa palabrería 
    y piense bien la cuestión: 
    ¿quiere usted la huerta mía? 
    La vendo sin dilación. 

    'Las dos fincas valen poco, 
    más pudiéndolas juntar, 
    resulta, o yo me equivoco, 
    una finca regular.' 

    Y con palabra calmosa 
    el tío Fabián se resuelve 
    a decir: 'Que esa es la cosa, 
    que torna..., que vuelve...' 

    'Dígame usted sin rodeos 
    cuáles son sus intenciones 
    y cuáles son sus deseos, 
    proyectos y aspiraciones. 

    'Claridad pretendo yo 
    y usted en divagar se empeña; 
    ¡pero dígame sí o no 
    como Cristo nos enseña?' 

    Y el tío Fabián sin piedad, 
    de mis casillas me saca 
    diciendo que es la verdad..., 
    'que torna..., que daca...' 

    '¡Ay tío Fabián, concretemos, 
    y entendámonos, por Dios, 
    o locos nos volveremos 
    de esta manera los dos!' 

    'En forma clara y abierta 
    la cuestión le he planteado: 
    o me vende usted el prado 
    o me compra usted la huerta.' 

    'Y si nada ha de querer, 
    dígame sin vacilar 
    que no quiere usted vender 
    y no quiere usted comprar.' 

    Pues tras estos alegatos 
    diciéndome el hombre sale, 
    que donde hay hombres, hay tratos..., 
    'que tumba... que dale'. 

    'Si eso está bien, tío Fabián; 
    mas es charlar tontamente, 
    y yo no sé a qué ese afán 
    de salir por la tangente. 

    'Yo me traigo mis cuartitos 
    si es que el prado he de comprar, 
    y nombrando dos peritos 
    que lo vayan a tasar.' 

    Pero el tío Fabián me ataja 
    diciendo con gran trabajo 
    que su prado es una alhaja..., 
    'que arriba... que abajo...'. 

    'Yo pagaré lo que valga 
    si el prado tan bueno es; 
    pero, por Dios, no me salga 
    con otra tecla después. 

    'Eso del valor del prado 
    los peritos lo dirán 
    y es asunto terminado; 
    ¿comprende usted, tío Fabián?' 

    Y el tío Fabián no comprende 
    y dice que velaí... 
    que la gente así se entiende... 
    'que por aquí... que por allí...'. 

    '¡Cuidado que es pesadez!; 
    tío Fabián, tengo que irme; 
    dígame usted de una vez 
    lo que tenga que decirme. 

    'Usted está en las Batuecas, 
    pero a ver si ahora me entiende; 
    contésteme usted a secas: 
    ¿vende el prado o no lo vende?' 

    Y contesta el muy pesado 
    que hogaño ha criao en el prado 
    la miaja e ganao y el potro..., 
    'que por este lado..., que por el otro...' 

    Pero ¿usted no puede hablar 
    de forma más apropiada? 
    ¡si eso es charlar por charlar, 
    y charlar sin decir nada!... 

    'No hay más tiempo que perder: 
    el prado lo compro yo. 
    ¿Me lo quiere usted vender? 
    ¿Qué dice usted: sí o no?' 

    Y el hombre dice que el prao 
    se lo compró él a un sobrino...; 
    que fue medio regalao..., 
    que si fue..., que si vino...' 

    'Tío Fabián, me voy a ir, 
    y perdone si le ofendo, 
    pero no puedo sufrir 
    esa charla que no entiendo.' 

    'Quedamos en eso, ¿eh? 
    ¿Me venderá usted el prado? 
    ¿No es eso? 
    ¿Qué dice usted?' 

    Y al verse el hombre acosado, 
    me dice con mucha flema 
    que se lo dirá a la tía... 
    y que esa es la su sistema..., 
    'que ya vería..., que ya vería...'