No he visto el mar. 
Mis ojos 
-vigías horadantes, fantásticas luciérnagas; 
mis ojos avizores entre la noche; dueños 
de la estrellada comba; 
de los astrales mundos; 
mis ojos errabundos 
familiares del hórrido vértigo del abismo; 
mis ojos acerados de viking, oteantes; 
mis ojos vagabundos 
no han visto el mar... 
La cántiga ondulosa de su trémula curva 
no ha mecido mis sueños; 
ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre; 
ni aturdió mi retina con el rútilo azogue 
que rueda por su dorso... 
Sus resonantes trombas, 
sus silencios, yo nunca pude oír...: 
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos; 
ni su mutismo impávido cuando argentos y oros 
de los soles y lunas, como perennes lloros 
diluyen sus riquezas por el glauco zafir...! 
Ni aspiré su perfume! 
Yo sé de los aromas 
de amadas cabelleras... 
Yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos 
y frágiles y tibios; 
de senos donde esconden sus hálitos las pomas 
preferidas de Venus! 
Yo aspiré las redomas 
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos; 
las zábilas y mirras del mago Zoroastro... 
Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar. 
Mis labios sitibundos 
no en sus odres la sed 
apagaron: 
no en sus odres acerbos 
mitigaron la sed... 
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos, 
labios cogitabundos 
que amargaron los ayes y gestos iracundos 
y que unos labios -vírgenes- captaron en su red! 
Hermano de las nubes 
yo soy. 
Hermano de las nubes, 
de las errantes nubes, de las ilusas del espacio: 
vagarosos navíos 
que empujan acres soplos anónimos y fríos, 
que impelen recios ímpetus voltarios y sombríos! 
Viajero de las noches 
yo soy. 
Viajero de las noches embriagadoras; nauta 
de sus golfos ilímites, 
de sus golfos ilímites, delirantes, vacíos, 
-vacíos de infmito..., vacíos... -Dócil nauta 
yo soy, 
y mis soñares derrotados navios... 
Derrotados navíos, rumbos ignotos, antros 
de piratas... ¡el mar! Mis ojos vagabundos 
-viajeros insaciados- conocen cielos, mundos, 
conocen noches hondas, ingraves y serenas, 
conocen noches trágicas, 
ensueños deliciosos, 
sueños inverecundos... 
Saben de penas únicas, 
de goces y de llantos, 
de mitos y de ciencia, 
del odio y la clemencia, 
del dolor 
y el amar...! 
Mis ojos vagabundos, 
mis ojos infecundos...: 
no han visto el mar mis ojos, 
no he visto el mar! 
I
El tiempo he perdido 
y he perdido el viaje... 
Ni sé adónde he ido... 
Mas sí vi un paisaje 
sólo en ocres: 
desteñido... 
Señora Muerte que se va llevando 
todo lo bueno que en nosotros topa!... 
Solos -en un rincón- vamos quedando 
los demás... ¡gente mísera de tropa! 
Los egoístas fatuos y perversos 
de alma de trapo y corazón de estopa...; 
No he visto el mar. 
Mis ojos 
-vigías horadantes, fantásticas luciérnagas; 
mis ojos avizores entre la noche; dueños 
de la estrellada comba; 
de los astrales mundos; 
mis ojos errabundos 
familiares del hórrido vértigo del abismo; 
Mañana sí veré con ojos jubilosos 
la luz, la luz del día; 
en pleno día miraré la noche fúlgida, 
en pleno día oiré sus cánticos, absorto, 
los cantos de la noche única! 
en pleno día 
respiraré el aroma de la noche estremecida! 
Tú coronas mis quince lustros 
con el cíngulo de tus brazos, 
con el cíngulo de tus muslos, 
con el perfume de tus labios, 
con el éxtasis de tu júbilo 
—cabrilleante por los lagos 
auriendrinos, hondos carbundos—. 
Yo deseo estar solo. Non curo de compaña. 
Quiero catar silencio. Non me peta mormurio 
ninguno a la mi vera. Si la voz soterraña 
de la canción adviene, que advenga con sordina: 
si es la canción ruidosa, con mi mudez la injurio; 
Aquesto dixo El Ebrio, una vegada. 
Aquesto dixo con su voz cansada. 
Aquesto dixo por la madrugada. 
Yo dello non sé nada.
Bebamos en las cráteras de oro 
que laboró el cincel benvenutino, 
champagne, bulbente y bullicioso vino. 
¡Juego mi vida! 
¡Bien poco valía! 
¡La llevo perdida 
sin remedio! 
Erik Fjordsson. 
 
Juego mi vida, cambio mi vida, 
de todos modos 
la llevo perdida...