Señora Muerte que se va llevando 
todo lo bueno que en nosotros topa!... 
Solos -en un rincón- vamos quedando 
los demás... ¡gente mísera de tropa! 
Los egoístas fatuos y perversos 
de alma de trapo y corazón de estopa...; 
manufactores de fugaces versos; 
poetas de cuadrícula y balanza, 
a toda pena, a todo amor adversos..: 
los que gimen patética romanza; 
lacrimosos que exhiben su película; 
versistas de salón y contradanza; 
cantores de la tórrida canícula; 
del polo frío, del canoso invierno... 
líricos de alma exánime y ridícula! 
Bardos que prostituyen el eterno 
jardín, y que florecen madrigales 
de un olor soporífero y externo... 
Vates ultra-sensibles y banales 
que ningún vaho de verdad anima. 
Gramáticos solemnes y letales... 
Malabaristas de estudiada esgrima! 
¡Oh tristeza perenne de las cosas 
que no tienen sabor, -hechas a lima! 
...En un rincón quedamos las tediosas 
gentes sin emoción, huecas y vanas... 
¡Lléguense las nocturnas mariposas 
fúnebres, y que lloren las campanas...! 
Este fastidio que me está matando... 
¿dónde las almas íntimas, hermanas...? 
¡Señora Muerte se las va llevando!
I
El tiempo he perdido 
y he perdido el viaje... 
Ni sé adónde he ido... 
Mas sí vi un paisaje 
sólo en ocres: 
desteñido... 
Señora Muerte que se va llevando 
todo lo bueno que en nosotros topa!... 
Solos -en un rincón- vamos quedando 
los demás... ¡gente mísera de tropa! 
Los egoístas fatuos y perversos 
de alma de trapo y corazón de estopa...; 
No he visto el mar. 
Mis ojos 
-vigías horadantes, fantásticas luciérnagas; 
mis ojos avizores entre la noche; dueños 
de la estrellada comba; 
de los astrales mundos; 
mis ojos errabundos 
familiares del hórrido vértigo del abismo; 
Mañana sí veré con ojos jubilosos 
la luz, la luz del día; 
en pleno día miraré la noche fúlgida, 
en pleno día oiré sus cánticos, absorto, 
los cantos de la noche única! 
en pleno día 
respiraré el aroma de la noche estremecida! 
Yo deseo estar solo. Non curo de compaña. 
Quiero catar silencio. Non me peta mormurio 
ninguno a la mi vera. Si la voz soterraña 
de la canción adviene, que advenga con sordina: 
si es la canción ruidosa, con mi mudez la injurio; 
Aquesto dixo El Ebrio, una vegada. 
Aquesto dixo con su voz cansada. 
Aquesto dixo por la madrugada. 
Yo dello non sé nada.
Bebamos en las cráteras de oro 
que laboró el cincel benvenutino, 
champagne, bulbente y bullicioso vino. 
Tú coronas mis quince lustros 
con el cíngulo de tus brazos, 
con el cíngulo de tus muslos, 
con el perfume de tus labios, 
con el éxtasis de tu júbilo 
—cabrilleante por los lagos 
auriendrinos, hondos carbundos—. 
¡Juego mi vida! 
¡Bien poco valía! 
¡La llevo perdida 
sin remedio! 
Erik Fjordsson. 
 
Juego mi vida, cambio mi vida, 
de todos modos 
la llevo perdida...