El extraño que vino de lejos, de Leopoldo Alas Mínguez | Poema

    Poema en español
    El extraño que vino de lejos

    No sé cómo aprendimos a querernos, 
    qué hubo en vosotros de mí, qué nos dimos. 
    Corre la vida y estáis al pie de otros edificios, 
    zarandeados, llevados, retenidos en la trama. 
    Pero decidme si habéis elegido, 
    si queríais estar donde estáis 
    y en qué modo se ovilla y desovilla 
    el hilo que nos guía y que nos ata. 

    No sé por qué no compartimos las mismas habitaciones 
    ni comemos en los mismos restaurantes. 
    Por qué os reproducís. 
    De qué sirven los destellos que se apagan, 
    las lunas negras, los días sin huella. 

    Padres que fueron hijos, hijos que se hacen padres 
    y niñas que se quedan de pronto embarazadas. 
    Entenderlo, verlo todo de fuera. 
    Pero también entrar, 
    acercarse a las chimeneas de vuestros salones 
    como el extraño que vino de lejos 
    y os cuenta cuentos, os gasta bromas, 
    os dice versos, baila con vosotros, 
    enseña a jugar a vuestros hijos. 

    De este modo fuisteis construyendo 
    la historia que jamás fue nuestra historia. 
    Y la misma cadena que une vuestros destinos, 
    a nosotros nos libera: 
    para contaros cómo fue vuestro tiempo, 
    qué costumbres teníais, cómo intentabais amaros, 
    qué aficiones os ocuparon, 
    qué dudas os asaltaban, 
    qué palabras os confortaron, 
    qué silencios os preocupaban. 
    La historia de vuestra historia 
    para alumbrar vuestras sombras y arrancar vuestras mentiras. 
    Cómo fue vuestro tiempo de soledad en compañía 
    pues de vivirlo tanto, jamás lo comprendisteis.