No es sólo la pasión de los abrazos, la saliva, el aroma, el vértigo, los besos o el plácido desvelo de la ausencia.
Mi amor es la fábula y la trama, el relato interior que sigue a cada encuentro, la glosa que acompaña los adioses, el minucioso examen de las frases y el eco que tu voz le pone a mi silencio.
Mi amor es ser feliz y no engañarme anticipando el daño del negro desengaño, cuando el sexo se esfume en el recuerdo remoto y resentido de un orgasmo. El consentir la calma en las mareas y atesorar las horas y los días de la fiesta de luz que celebramos, del banquete voraz de los sentidos.
Y abolir la frontera de los cuerpos, detenernos, subiendo la escalera, a besarnos en todos los peldaños.
No sé cómo aprendimos a querernos, qué hubo en vosotros de mí, qué nos dimos. Corre la vida y estáis al pie de otros edificios, zarandeados, llevados, retenidos en la trama. Pero decidme si habéis elegido, si queríais estar donde estáis
Desangelados, sin alas, sin brillo, en las brasas de los últimos fuegos. Así hemos llegado a creernos, avanzando entre el lodo como vehículos sin ruta y sin pasajeros. Pero el ángel está en nuestros silencios,
Toda mi ropa huele a cuando estabas. Sería al abrazarte -no lo entiendo- o que estuviste cerca y se quedó prendido. Si arrimo mi nariz al hombro o a la manga, te respiro. Al ponerme la chaqueta, en la solapa, y en el cuello de un jersey que no abriga.
De un día para otro, todo cambia. Si ayer amanecías deslumbrado y tus ideas parecían claras, hoy mismo, en el espejo del lavabo, has visto al perdedor de las facciones neutras inflado de bostezos y con el encefalograma plano.
¿A qué fuerza convoco, yo que un tiempo hice brotar los tallos con mi aliento y ahuyenté las sombras? Hoy esta sal en los labios, ¿de qué mar la traigo? ¿De dónde este temblor que me desarma? Conozco tu perfil: eres el miedo que vive agazapado en la quimera.
Pasé la vida entre vampiros y ángeles, libando con paciencia los unos mi energía, los otros trasvolando mis días más sentidos. Todos los trances de luz fueron suyos: al ángel los del cuerpo, los del alma al vampiro.