Soy de los que ardientemente detestan la injusticia, de los que creen que es indigno casi cualquier privilegio; y al tiempo soy clasista y amo la diferencia. Creo en el pueblo y me llena de rabia la pobreza, mas soy también feroz individualista, singular extremo. Amo al amor sobre todas las cosas, detesto la ternura. Soy altivo, intolerante, fuerte; pero débil como niño pequeño. Aplaudo al que lo mata, mas me uno con el Zar y su destino. Creo en la bondad como en un bien supremo, mas haciendo daño - hay días - experimento júbilo. Vivo en soledad la plenitud más alta, aunque el mundo me llame y su halago me encienda. La vida me gusta toda, fervor de mis sentidos, pero a su vez la muerte me tienta serenísima. Soy de los que viven y quieren ya estar muertos. Me gusta el sol y el infinito placer de los crepúsculos.
Vivir sin hacer nada. Cuidar lo que no importa, tu corbata de tarde, la carta que le escribes a un amigo, la opinión sobre un lienzo, que dirás en la charla, pero que no tendrás el torpe gusto de pretender escrita. Beber, que es un placer efímero.
Soy de los que ardientemente detestan la injusticia, de los que creen que es indigno casi cualquier privilegio; y al tiempo soy clasista y amo la diferencia. Creo en el pueblo y me llena de rabia la pobreza, mas soy también feroz individualista, singular extremo.
He ido muchas veces ataviado de tristeza, hundiéndoseme el mundo a cada rato, fingiendo entre los amigos que me interesaba algo... Me da miedo quien me mirase, y angustia me producía no ser perfecto,
Yo, señor, salí de Rusia por Crimea. Era en 1919. Hacía diseños vanguardistas para los ballets. Pintaba colores infames, excesivos, caucásicos, y vestía con delicado exotismo... En Estambul, primero, viví la miseria de amores sin dueño.
Me recreo ante tu cuerpo como ante un paisaje imprevisto. Me sorprende verte en la desnudez juvenil, y ansío recorrerlo, como una anhelada geografía. Me ves pensando en la umbría vegetal de algunas grutas, o en el agua del muslo donde brillan las venas.
Seguramente estaba sola. Llevaba los ojos muy cercados de negro. Era mayor, vieja, con ropas gastadas. Por la noche -más aún en invierno- se acercaba a los jardines del convento o del parque con su bolsa de plástico llena de despojos para gatos.