Un cuento en azul, de Luis Antonio de Villena | Poema

    Poema en español
    Un cuento en azul

    Seguramente estaba sola. 
    Llevaba los ojos muy cercados de negro. 
    Era mayor, vieja, con ropas gastadas. 
    Por la noche -más aún en invierno- 
    se acercaba a los jardines del convento o del parque 
    con su bolsa de plástico 
    llena de despojos para gatos. 
    Junto a las verjas, entre las plantas, por las aceras nocturnas, 
    la vieja dama de los ojos negros, 
    más sola que el más solo de la tierra, 
    buscaba a los gatos. 
    Bonito ven. Ven, mi rey. Para ti también, mimosa. 
    Toma, linda. Ay, qué bueno, tesoro... 
    y los gatos callejeros, los gatos atigrados del jardín, 
    la iban rodeando zalameros, altivos, dulces, 
    formando una Piedad extraña 
    de una madre y sus hijos, en el fin de los tiempos. 
    Mira a la gatera (oí decir otra noche 
    a unos que pasaban) vaya vieja loca... 
    Pero la vieja dama de los ojos negros, 
    con su bolsita de plástico y despojos, 
    ya no oía. Nunca oía. Porque el mundo 
    -desde hacía mucho tiempo- 
    no era afortunadamente real para ella. 
    Por ello nos sorprendió saber 
    que una noche de aquellas, 
    un hermoso muchacho con uniforme azul 
    se acercase a la dama y le dijese: 
    Soy el Rey de los Gatos, madame. 
    Y se cruzaron sus miradas. 
    Y el muchacho de los ojos gatunos la besó en la boca. 
    Los gatos se restregaban en sus piernas. 
    Y tomó de la mano a la dama. 
    Y se fueron hacia un mundo perfecto, 
    un maravilloso mundo de luz 
    que un benévolo dios creó para las viejas locas, 
    donde los gatos son chicos 
    y los chicos son gatos 
    que tienen siete almas, y no envejecen nunca, 
    como quiso aquel Rey 
    del Día Primero del Antiguo Mundo Bien Hecho.