Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano, mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano, y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello;
goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lirio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o víola troncada se vuelva, mas tú y ello, juntamente, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Vuelas, oh tortolilla, y al tierno esposo dejas en soledad y quejas; vuelves después gimiendo, recíbete arrullando, lasciva tú, si él blando. Dichosa tú mil veces, que con el pico haces dulces guerras de Amor y dulces paces.