Nadie es profeta en su espejo, de Luis Rosales | Poema

    Poema en español
    Nadie es profeta en su espejo

    Dime, ¿sientes aún la antigua herida 
    cuando el amor te baña en su oleaje 
    y el beso es luz como el amor es traje 
    y el labio es sed como la noche es vida? 

    Dime que sí, que sí, como me dices 
    que no con la tristeza arrinconada 
    cuando ya el beso se convierte en nada 
    en los mártires labios aprendices. 

    Tú, mi instantaneidad, mi únicamente, 
    la lluvia que vino a vivir conmigo, 
    trigo es mi voz cuando te nombra, trigo, 
    puente es mi cuerpo al abrazarte, puente. 

    Tú, mi diaria eternidad primera, 
    la noche que se junta con el día 
    cuando cruje en la carne la alegría 
    y a la puerta del cuarto el mar espera, 

    y el espejo es un agua tiritando, 
    y el agua sube lentamente un monte 
    donde tu cuerpo llena el horizonte 
    y veo lo mismo en lo que estoy soñando.