En la noche final de la ausencia, de Luis Rosales | Poema

    Poema en español
    En la noche final de la ausencia

    Nada tengo de ti, sólo una lenta 

    comunidad de sombra en la mirada, 
    y esta necesidad desesperada 
    que crece sin yivir muerta y violenta. 

    Dura la sombra hasta que viene el día 
    y el sol entre los hombres se reparte, 
    ¡qué color tendrá el ojo al contemplarte 
    si así lo enciende ya tu cercanía! 

    Mis ojos que en el viento están impresos 
    miran la noche ya crecer empieza 
    este quieto empujón de la tristeza 
    que gasta el andamiaje de mis huesos. 

    El alba es la inocencia de la aurora, 
    cuando venga la luz vendrá contigo, 
    la lentitud del cielo es un castigo 
    y una habilitación que siento ahora. 

    Si el sol andando a pie viene en mi ayuda, 
    aún le falta su luz a la mañana, 
    no puedo verte y la memoria es vana, 
    no puedo hablarte y la palabra es muda. 

    La ausencia tiritante y aleada 
    se acorta convirtiéndose en espera, 
    si ceniza de ayer es la ceguera, 
    ceniza de esperar es la mirada. 

    La noche que es inútil como un ruego 
    va maniatando al mundo en su atadura, 
    y deja en el mirar la quemadura 
    de ti que me hace verte o me hace ciego. 

    Para volverte a ver sólo es preciso 
    que el lucero del alba empiece el vuelo 
    sobre La Golondrina, y en el cielo 
    haya un lento deshielo circunciso. 

    Tengo la sangre convertida en plomo 
    y la esperanza convertida en fe, 
    vivir para mirar sin saber qué, 
    mirar para temblar sin saber cómo. 

    Si el cielo dice que la luz vendrá 
    el sol está esperando todavía... 
    ¡qué fuerza le da al hombre la alegría!, 
    ando tu sombra que en el suelo está. 

    Los ojos viven lo que están buscando 
    y hablo en voz alta para estar contigo; 
    puedo decir: Vendrás, y si lo digo 
    mañana es sólo una palabra andando. 

    ¿En la lluvia mis manos reconoces? 
    tal vez nos está uniendo en sus extremos, 
    yen este mismo instante ya tenemos 
    un solo corazón que habla a dos voces. 

    No puedo más, no puedo más, la cita 
    que hace girar al cielo ya no ceja, 
    y vienes con la luz como se deja 
    una palabra en el papel escrita. 

    El tiempo lañador y transitivo 
    va dejando en el aire tu traslado; 
    ya nos empieza a unir y ya ha empezado 
    la extraña gloria de sentirme vivo. 

    La ausencia es una luz interrumpida, 
    el cielo palidece y azulea, 
    y el sol que nos alumbra, nos recrea; 
    la espera terminó; llega la vida.