¿Qué es eso? Ahora sale el sol,
Altivo como español;
Ahora asustado se esconde,
Sin saber cómo ni dónde;
Ya me seco; ya me mojo;
Ya con el calor me abraso
Y la levita me aflojo;
Ya de frío me traspaso
Cual si me hallara en Siberia.
¡Ah! vaya... Es tiempo de feria.
Costumbre es en los diarios,
No de un prójimo, de varios
Sacar los trapos al viento
Con donoso atrevimiento.
Hoy por plazuelas y calles
Todo es trapos en Madrid.
Los hay de modernos talles:
Los hay del tiempo del Cid...
Los anales de la Iberia
Vende Madrid en su feria.
Muñecos en mil tenduchos...,
Y viéndolos otros muchos;
Regatones que vocean;
Pirujas que petardean;
Allí carcomido un trasto;
Más arriba a dos manolas
Paga un galopín el gasto
De azofaifas y acerolas,
Y los tres con disentería
Se retiran de la feria.
Al peso allí, como el plomo,
Se vende el bárbaro tomo
De horrendas majaderías
Que tituló poesías
Un ingenio encanijado.
Allá en montón poligloto
Ruedan Marco Tulio roto,
Cervantes descabalado,
Tasso lleno de laceria...;
¡Y a real los dan en la feria!
Allí vende mi criado
La ropa que me ha robado.
Allí están a la vergüenza
Los colchones de Lorenza,
Que si supieran hablar
Dirían sierpes y sapos:
Pero yo no he de callar
Que la tal tiene otros trapos
Con que puede dar materia.
Para enriquecer la feria.
La espada allí de un valiente
Se vende al precio corriente,
Y detrás en el rincón
Vende un sabio su opinión.
Y aquí ¿qué venden? -Amigos.
¿Y allí? -Empleos. -¿Y allá? -Fama.
-Y allá ¿qué compran? -Testigos.
-¿Y aquella dengosa dama
Que se pasea tan seria?
También se vende en la feria.
¡Qué de pobres en el lodo
Se abren paso con el codo,
A tiempo que con su moza
Pasea en áurea carroza
Alguno que andaba antaño
Mezclado con esa plebe,
Y, mal adquirido, hogaño
Su lujo a insultar se atreve
¡A la pública miseria!...
¡Oh mundo! ¡Oh Madrid! ¡Oh feria!
¡Oh qué linda es la pradera
Un día de primavera
Cuando la rosada aurora
Perlas y diamantes llora
Sobre la yerba y la flor!
Pero la cama es mejor.
Hijo nací segundón
de un hidalgo pobretón;
y se la fiebre amarilla
no barre media Castilla,
no espero ninguna herencia.
¡Paciencia!
¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio el que madruga con la aurora,
Aunque las musas digan que enamora
Oír cantar a un ave la alborada!
¿Qué es eso? Ahora sale el sol,
Altivo como español;
Ahora asustado se esconde,
Sin saber cómo ni dónde;
Ya me seco; ya me mojo;
Ya con el calor me abraso
Y la levita me aflojo;
Ya de frío me traspaso
Cual si me hallara en Siberia.
Me enamoran los ojos de Filena,
Y de Clori la túrgida cintura;
En Rosana me hechiza la blancura,
Y Anarda me cautiva por morena;
Yo no sé cómo mi acento
Te diga que al ciego niño
Por ti rendido me siento,
Porque me sobra cariño,
Y me falta atrevimiento.
Por más que el temor me enfrena,
Callar no puedo la pena
En que por tus ojos vivo;
Que el más humilde cautivo
«Gervasia, prevén las velas:
Roque, limpia los quinqués.
¿Ha venido el repostero?
Préndeme aquí un alfiler.
Que ponga el coche Toribio
Y vaya por Isabel.
Tú, Juan, arregla las mesas
De tresillo y de ecarté,
Y en la chimenea luego