Pasión, de Manuel María Flores | Poema

    Poema en español
    Pasión

    A Ángela 
     
    Perdiose ya la dicha de mi vida 
    y del alma pasó la primavera... 
    ¿Qué flor, entonces, dejaré caída 
    de tu álbum en la página primera? 

    Yo fui la mitad de un alma 
    buscando su otra mitad, 
    como se busca la calma 
    y la sombra de la palma 
    en ardiente soledad. 

    En un tiempo el alma mía, 
    alondra que tiende el vuelo 
    bañada en la luz del día, 
    sus ricas alas perdía 
    en el zafiro del cielo. 

    Soñé pedir a la gloria 
    la vida para mi nombre, 
    y que en mi piedra mortuoria 
    arrojase una memoria, 
    acaso una flor, el hombre. 

    Soñé, al destello indeciso, 
    de un crepúsculo nupcial, 
    aparecer de improviso 
    la mujer del Paraíso 
    que flotaba en mi ideal. 

    La mujer cuya belleza 
    ilumina la Creación, 
    la mujer toda terneza, 
    la mujer cuya pureza 
    santifica el corazón. 

    La mujer a cuya planta 
    se pone el alma de alfombra, 
    la mujer única y santa, 
    la mujer que no se nombra 
    pero que siempre se canta... 

    Y esa mujer yo la vi 
    cuando la dicha soñé; 
    el alma toda la di, 
    y su imagen está aquí, 
    y con ella moriré. 

    Era su faz mi embeleso 
    era su nombre Alma mía; 
    donde su planta ponía, 
    mi pensamiento en un beso 
    adorándola caía. 

    Soñé el placer indecible 
    de que ese arcángel visible 
    me embriagase con su amor... 
    Soñé la dicha imposible 
    en la tierra del dolor. 

    ¿Era sólo una creación 
    de mi loca fantasía, 
    de mi amante corazón...? 
    ¿Era el alma que se abría 
    en su aurora de ilusión? 

    ¿Era un sueño...? Mas despierto 
    adoré lo que soñaba... 
    Mi corazón está muerto, 
    desque en el mundo desierto 
    no encontré lo que buscaba 



    Por eso voy del mundo en la corriente 
    cual hoja solitaria. 
    Triste es mi vida, pálida mi frente, 
    y si hiera una flor mi alma doliente 
    sería la Pasionaria. 

    Una flor de tristeza y desconsuelo 
    que apenas ha vivido 
    y levantado su corola al cielo, 
    y ya barre sus hojas por el suelo 
    el viento del olvido. 

    Perdóname. Buscaba un pensamiento 
    Ángela, que dejar en esta hoja, 
    y el gemido del alma en su tormento 
    es ¡ay! tan sólo lo que el alma arroja... 

    Perdóname la nota dolorida 
    que exhalara mi lira lastimera, 
    perdóname esta lágrima caída 
    de tu álbum en la página primera.