Trabajo, tus manos adiestradas en lo duro forjan el hierro del destino; herrero hermano de los titanes, a golpe de constancia creas la obra que preferimos, excusa de nuestra existencia, hermoso hijo de nuestra sustancia.
Dolor, tu mazo nos extermina; poco a poco, como los sueños, tu cincel nos perfecciona ¡Adversario parecido al alma! acostumbrado a su propia cuchilla el más puro diamante reclama el corte exacto del bisel.
Deseo, vil traidor, en el bosque del ser tiendes la trampa donde todos caemos; hábil en la lucha, el alma está siempre dispuesta a enfrentar la belleza del peligro se levanta después de la caída y se enriquece de nuevo abandonándola.
Piedad, triplicas nuestro coraje, aunque poco nos importan los náufragos cuando dobla nuestra campana. ¿Cómo aceptar algo así por otro hermano? remeros locos, capitanes temerarios, resistamos, encaremos los vientos contrarios por aquellos que no resistan.
Muerte, maravilla helada, al interrumpir nuestra obra exquisita nos evitas otros errores. Provenimos de nuestros oscuros esfuerzos, habitamos en lo que somos, ocultos a la mirada de los hombres por un muro de terrores en calma.
Cansados de esperar, los que nos esperaron, murieron sin saber que estábamos llegando, sus brazos abiertos despacio se cerraron y en vez del recuerdo, vino el pesar temblando.
Aquí el silencio añora las palabras solitarias que uno puede, en tu cercanía, decir sin herirte; olvidamos llover sobre vos las lágrimas de las corolas; no hace falta sonreír a los que pasan.
Ni ampararse del día bajo el árbol de nieblas, ni morder el verano en las frutas dormido, ni besar en los labios lentos de tinieblas al muerto evaporado y vano de haber sido.
Trabajo, tus manos adiestradas en lo duro forjan el hierro del destino; herrero hermano de los titanes, a golpe de constancia creas la obra que preferimos, excusa de nuestra existencia, hermoso hijo de nuestra sustancia.
Aquí la miel que rezuma del corazón profundo de las flores, los colores, los aromas y los alientos amados. Ya no le sonreirás a la belleza de las cosas; se han cerrado al fin, tus brazos siempre abiertos.