Oda a los verdugos, de Marguerite Yourcenar | Poema

    Poema en español
    Oda a los verdugos

    Trabajo, tus manos adiestradas en lo duro 
    forjan el hierro del destino; 
    herrero hermano de los titanes, 
    a golpe de constancia creas 
    la obra que preferimos, 
    excusa de nuestra existencia, 
    hermoso hijo de nuestra sustancia. 

    Dolor, tu mazo nos extermina; 
    poco a poco, como los sueños, 
    tu cincel nos perfecciona 
    ¡Adversario parecido al alma! 
    acostumbrado a su propia cuchilla 
    el más puro diamante reclama 
    el corte exacto del bisel. 

    Deseo, vil traidor, 
    en el bosque del ser tiendes 
    la trampa donde todos caemos; 
    hábil en la lucha, el alma está siempre 
    dispuesta a enfrentar la belleza del peligro 
    se levanta después de la caída 
    y se enriquece de nuevo abandonándola. 

    Piedad, triplicas nuestro coraje, 
    aunque poco nos importan los náufragos 
    cuando dobla nuestra campana. 
    ¿Cómo aceptar algo así por otro hermano? 
    remeros locos, capitanes temerarios, 
    resistamos, encaremos los vientos contrarios 
    por aquellos que no resistan. 

    Muerte, maravilla helada, 
    al interrumpir nuestra obra exquisita 
    nos evitas otros errores. 
    Provenimos de nuestros oscuros esfuerzos, 
    habitamos en lo que somos, 
    ocultos a la mirada de los hombres 
    por un muro de terrores en calma.