Con esta boca, en este mundo, de Olga Orozco | Poema

    Poema en español
    Con esta boca, en este mundo

    No te pronunciaré jamás, verbo sagrado, 
    aunque me tiña las encías de color azul, 
    aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro, 
    aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas 
    y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos. 

    Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma, 
    ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara, 
    y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral, 
    ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve 
    donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento. 

    Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras. 
    Hemos hablado demasiado del silencio, 
    lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final, 
    como si en él yaciera el esplendor después de la caída, 
    el triunfo del vocablo con la lengua cortada. 

    ¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo! 
    He dicho ya lo amado y lo perdido, 
    trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder. 
    A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía, 
    retumban, se propagan como el trueno 
    unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad. 
    Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía. 
    Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca, 
    cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?

    • Fue muy largo esta vez el año de las víboras, 
      duro como la trama que aprisiona el adiós en la sustancia inmóvil. 
      Sus nudos me ciñeron al vacío, 
      a la viga que corre sobre las sorpresivas salas del infierno 
      y que me balancea a punto de arrojarme, 

    • Somos duros fragmentos arrancados del reverso del cielo, 
      trozos como cascotes insolubles 
      vueltos hacia este muro donde se inscribe el vuelo de la realidad, 
      la mordedura blanca del destierro hasta el escalofrío. 
      Suspendidos en medio del derrumbe por obra del error, 

    • Detrás del vaho blanco está el orden, la invitación o el ruego, 
      cada uno encendiendo sus señales, 
      centelleando a lo lejos con las joyas de la tentación o el rayo del peligro. 
      Era una gran ventaja trocar un sorbo hirviente por un reino, 

    • Estos son mis dos pies, mi error de nacimiento, 
      mi condena visible a volver a caer una vez más bajo las implacables ruedas del zodíaco, 
      si no logran volar. 
      No son bases del templo ni piedras del hogar. 
      Apenas si dos pies, anfibios, enigmáticos, 

    • Me reconoces, noche, 
      me palpas, me recuentas, 
      no como avara sino como una falsa ciega, 
      o como alguien que no sabe jamás quién es la náufraga y quién la endechadora. 
      Me has escogido a tientas para estatua de tus alegorías,