Naturaleza, nada de ti me conmueve, ni los campos nutricios, ni el eco bermejo de las pastorales sicilianas, ni las ceremonias de la aurora, ni la solemnidad doliente de los ocasos.
Yo me río del Arte, del Hombre también, de los cantos, de los versos, de los templos griegos y de las torres en espirales que alzan al cielo vacío las catedrales, y veo con los mismos ojos a los buenos y los malos.
No creo en Dios, renuncio y reniego de todo pensamiento, y en cuanto a la vieja ironía, el Amor, me gustaría no se hablase más.
Agotado de vivir, temeroso de la muerte, como un velero perdido, juguete del flujo y el reflujo, mi alma zarpa hacia horribles naufragios.
Poema en el idioma original
L’angoisse
Nature, rien de toi ne m’émeut, ni les champs nourriciers, ni l’écho vermeil des pastorales siciliennes, ni les pompes aurorales, ni la solennité dolente des couchants.
Je ris de l’Art, je ris de l’Homme aussi, des chants, des vers, des temples grecs et des tours en spirales qu’étirent dans le ciel vide les cathédrales, et je vois du même oeil les bons et les méchants.
Je ne crois pas en Dieu, j’abjure et je renie toute pensée, et quant à la vieille ironie, l’Amour, je voudrais bien qu’on ne m’en parlât plus.
Lasse de vivre, ayant peur de mourir, pareille au brick perdu jouet du flux et du reflux, mon âme pour d’affreux naufrages appareille.
Naturaleza, nada de ti me conmueve, ni los campos nutricios, ni el eco bermejo de las pastorales sicilianas, ni las ceremonias de la aurora, ni la solemnidad doliente de los ocasos.
Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla; no quieran destrozarlo tus manos cariñosas, tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo vagamente serpenteaban las nubes en el cielo