Grotesco, de Paul Verlaine | Poema

    Poema en español
    Grotesco

    Sus piernas por toda montura, 
    Por todo bien el oro de sus miradas, 
    Por el camino de las aventuras 
    Marchan harapientos y huraños. 

    El prudente, indignado, los arenga; 
    El tonto compadece a esos locos aventurados; 
    Los niños les sacan la lengua 
    Y las chicas se burlan de ellos. 

    Sin más que odiosos y ridículos, 
    Y maléficos, en efecto, 
    Y tienen el aire, en el crepúsculo, 
    De un mal sueño. 

    Y con sus agrias guitarras, 
    Crispando la mano de los liberados, 
    Canturrean unos aires extraños, 
    Nostálgicos y rebeldes 

    Y es, en fin, que sus pupilas 
    Ríe y llora – fastidioso- 
    El amor de las cosas eternas, 
    ¡Viejos muertos y antiguos dioses! 

    Id, pues, vagabundos sin tregua, 
    Errad, funestos y malditos, 
    A lo largo de los abismos y de las playas 
    Bajo el ojo cerrado de los paraísos. 

    La naturaleza del mundo se aísla 
    Para castigar como es preciso 
    La orgullosa melancolía 
    Que te hace marchar con la frente alta, 

    Y, vengando en ti la blasfemia 
    De inmensas esperanzas vehementes, 
    Hiere tu frente de anatema.