Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.
Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgías un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.
Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonía,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesía...
¡Y estoy sereno! En medio del oscuro 'algún día',
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mí mismo,
sonriendo virilmente: -'Poeta, ¿en qué quedamos?'
Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el día del adiós a todo cuanto amamos!
En un jardín de aquel país horrendo
hallé a Fantina, de ojos maternales
y desnudeces mórbidas, tejiendo
guirnaldas con las rosas vesperales.
Pintad un hombre joven... con palabras leales
y puras; con palabras de ensueño y de emoción:
que haya en la estrofa el ritmo de los golpes cordiales
y en la rima el encanto móvil de la ilusión.
Destacad su figura, neta, contra el azul
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar...
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...
Como en lo antiguo un día, nuestro día
demos al goce estéril...
Y tú tienes, ¡oh lamma!, ¡oh carne mía!,
toda la melodía del instante
en la blancura azul de tu semblante.
Déjame que circunde
tu frente con mis besos.
Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Esta noche tengo miedo de estar solo... Entre la sombra,
un fantasma de ultramundo sigue mi paso, veloz...
Me parece que se acerca, que me palpa, que me nombra...
Esta noche tengo miedo de estar solo... Entre la sombra
leves rumores semejan un suspiro y una voz...
El son del viento en la arcada
tiene la clave de mí mismo:
soy una fuerza exacerbada
y soy un clamor de abismo.
Entre los coros estelares
oigo algo mío disonar.
Mis acciones y mis cantares
tenían ritmo particular.