En un jardín de aquel país horrendo hallé a Fantina, de ojos maternales y desnudeces mórbidas, tejiendo guirnaldas con las rosas vesperales.
Y cual las agujas túrbidas de un río que rompe un viento en procelosa huella, gimió de amor mi corazón sombrío y suspiró mi mocedad por Ella.
'Fantina -dije con ahogadas voces que al brotar abrasábame la lengua-, quiero hundir mis mejillas en la falda de tu traje, que apenas roza el viento, entreverar un lirio en tu guirnalda y ungir tus trenzas con precioso ungüento'.
La vi volverse, rígida y sañuda, por esquivarme el juvenil encanto: ¡quizá en mis voces se sintió desnuda y la vergüenza desató su llanto!
En la tórrida noche cenicienta de ondas pesadas, que al jardín caía, miré mi carne ansiosa y opulenta, ¡y en un rojizo resplandor ardía!
Pintad un hombre joven... con palabras leales y puras; con palabras de ensueño y de emoción: que haya en la estrofa el ritmo de los golpes cordiales y en la rima el encanto móvil de la ilusión. Destacad su figura, neta, contra el azul
Como en lo antiguo un día, nuestro día demos al goce estéril... Y tú tienes, ¡oh lamma!, ¡oh carne mía!, toda la melodía del instante en la blancura azul de tu semblante.
Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero, de tan cruel dominio y trágica opresión, que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero, fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Esta noche tengo miedo de estar solo... Entre la sombra, un fantasma de ultramundo sigue mi paso, veloz... Me parece que se acerca, que me palpa, que me nombra... Esta noche tengo miedo de estar solo... Entre la sombra leves rumores semejan un suspiro y una voz...