«Soy yo. Estaba por aquí
abajo.
Invítame a un café.»
«Estoy un poco liado.»
«Es igual. Tú sigues
con lo tuyo y yo hablo
de lo mío
con tu mujer.»
Ji ji ji.
Qué gracia.
Y para cuando quieres
darte cuenta
la has cagado
1. Sofisma
Y ahora
que estás
en España
que como
ya sabrás
es un país
en el que impera
el Estado
de Derecho
nunca olvides
que tu libertad
termina
donde empieza
la libertad
de los demás
le dijo
el funcionario
del Ministerio
del Interior
al inmigrante
magrebí.
* * *
2. Derecho
Tienes derecho
a expresar
libremente
todo aquello
que te esté permitido decir.
* * *
3. Payaso
Al terrorismo
se le llama
convivencia
si lo ejerce
un payaso
uniformado
con apoyo
de la grey.
* * *
4. Moscas
Los demócratas
han aprendido
de las moscas:
cuanto mayor
sea el tamaño
de la mierda
tanto más grande
es el consenso.
* * *
5. Periodismo
Lanza la mierda
y lávate las manos.
* * *
6. El poder de la palabra
Usté no sabe
con quién
se está metiendo
dijo el borracho
en la
comisaría.
Porque soy
poeta
y fui tocado
por los dioses
con el poder
de la palabra.
Y le partieron
la otra ceja
antes de darle
por el culo
con su propia
estilográfica.
* * *
7. Racismo
No hay color
que no se doblegue
al del dinero.
* * *
8. Compromiso
-¿Eres político, Lou? -¿Político? ¿Con respecto a qué? Dame un tema.
te daré un pañuelo, y me limpias el culo con él...
Lou Reed, 'Take no Prisoners'
Hay escritores
que se empeñan
en que los libros
siempre están
en otra parte.
Somalia
Nicaragua
Mongolia
Pernambuco
Sarajevo
qué más da.
Y si te paras
a pensarlo
tiene gracia
porque al final
aciertan
sin saberlo:
cualquier
jodida parte
menos donde ellos
estén.
«Soy yo. Estaba por aquí
abajo.
Invítame a un café.»
«Estoy un poco liado.»
«Es igual. Tú sigues
con lo tuyo y yo hablo
de lo mío
con tu mujer.»
Ji ji ji.
Qué gracia.
Y para cuando quieres
darte cuenta
la has cagado
Me faltan algunos odios todavía. Estoy seguro de que existen.
Céline
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el locutor deportivo
de la radio del vecino
esos domingos por la tarde.
La ducha no funciona.
La sartén convierte en picadillo
lo que se supone que tenía que ser
nuestra comida. Abro el grifo
del fregadero
y me quedo con él en la mano.
El perro está cojo. La mujer
con la que vivo ha terminado
Salgo del trabajo. Los huesos, el cuerpo entero
dulcemente dolorido, como –a veces–
después de un polvo de los buenos.
La luna, sajada en dos pedazos, me recuerda
el ojo ese famoso de Buñuel,
asomada un tanto tenebrosamente
por encima de los árboles.
El mirlo de todos los años ha vuelto a visitar mi casa
y todavía sigo aquí.
Su música no cambia y eso ya lo he escrito.
Pero mi trabajo es constatar lo obvio
y eso es lo que el mirlo me viene a recordar.
El tiempo pasa, la gente se hace vieja, se muere,