Me permite, de Roger Wolfe | Poema

    Poema en español
    Me permite

    «Soy yo. Estaba por aquí 
    abajo. 
    Invítame a un café.» 
    «Estoy un poco liado.» 
    «Es igual. Tú sigues 
    con lo tuyo y yo hablo 
    de lo mío 
    con tu mujer.» 
    Ji ji ji. 
    Qué gracia. 
    Y para cuando quieres 
    darte cuenta 
    la has cagado 
    una vez más. 
    «Sube, anda. 
    Me estaba haciendo falta 
    descansar cinco minutos...» 

    Las más elementales faltas 
    de educación 
    son las que más me han desarmado 
    siempre. El proverbial 
    «Me permite...». 
    Te lo sueltan 
    con la delicadeza 
    de un revólver 
    clavado en las costillas. 
    Perdone. 
    Me permite. 
    ¿Puedo? 
    ¿Molesto? 
    ¿No te importa? 
    En absoluto. 
    Cómo me va a importar. 
    Y abres la puerta. 
    Y entran en tu casa. 
    Y se comen tu comida. 
    Y se fuman tu tabaco. 
    Y se beben 
    tu café. 
    Y si no se follan 
    a tu esposa 
    y le dan por saco 
    al perro 
    es por pura 
    casualidad. 
    Dos horas más tarde, 
    se levantan 
    se limpian la boca 
    de la jeta 
    y se rascan 
    la del culo, 
    eructan, 
    encienden un cigarro, 
    se meten tu mechero 
    en el bolsillo, 
    te dan un espaldarazo 
    y se van. 
    Silbando 
    tan alegremente 
    como el que sale 
    de una barbería. 
    Y tú te quedas 
    boquiabierto 
    y derrotado 
    en medio del desastre 
    y te acuerdas de su madre, 
    y de la tuya. 
    De cómo coño 
    pudo ser 
    que entre tantas cosas 
    inservibles 
    se olvidara de enseñarte 
    la más fundamental: 
    cómo cojones 
    decir que no.