Nada de esto te viene en el manual, de Roger Wolfe | Poema

    Poema en español
    Nada de esto te viene en el manual

    La ducha no funciona. 
    La sartén convierte en picadillo 
    lo que se supone que tenía que ser 
    nuestra comida. Abro el grifo 
    del fregadero 
    y me quedo con él en la mano. 
    El perro está cojo. La mujer 
    con la que vivo ha terminado 
    de ponerse mala de los nervios. 
    El teléfono no deja de sonar. 
    (He puesto un contestador 
    y no he conseguido remediar la situación. 
    Al revés. El que no sigue llamando 
    se me presenta directamente en casa 
    sin previo aviso. ) 
    Hace ocho meses que envié 
    un manuscrito de hace dos años 
    a un editor. Me dijo 
    que me enviaría el contrato 
    y un anticipo. Y todavía 
    estoy esperando. Tengo 
    trescientos folios encima de la mesa 
    que tendría que haber tenido listos 
    para hace dos meses por lo menos. 
    Lo que queda 
    de la cuenta bancaria 
    está en rojo. 
    Duermo cuatro horas, si las duermo, 
    y aún así no parece haber manera 
    de ponerse al día. 
    (Y acordarme de Balzac 
    no me sirve de gran cosa. ) 
    Me duelen los riñones, 
    la espalda, los ojos, y me duele 
    hasta la polla, y eso 
    que tengo suerte últimamente 
    si la consigo usar para mear. 
    (Fui al médico y me preguntó 
    que cómo me ganaba la vida. 
    Garabateando, le dije. 
    Quince horas de promedio 
    delante del ordenador. 
    Se encogió de hombros y me dijo 
    que lo más probable 
    era que acabara ciego 
    poco antes de llegar 
    a los cuarenta. 
    Luego añadió 
    que en cuanto a lo otro 
    no le extrañaría nada 
    que lo del análisis se tratara 
    de un quiste hidatídico. 
    Pero que podría 
    ser peor. ) 
    Y finalmente llego a casa 
    y el portero 
    me comunica 
    que los del ayuntamiento están a punto 
    de declarar en ruina el edificio. 
    Y luego suena el teléfono 
    una vez más 
    y un bromista me pregunta 
    que si estoy escribiendo algo últimamente. 
    Por supuesto, le digo. 
    Incluso estoy probando una nueva técnica. 
    ¿Una nueva técnica? 
    Sí, ¿no la conoces? 
    Se trata de meterte 
    un bolígrafo en el culo 
    y luego hacerte una paja 
    sentado encima de un papel. 
    No es realmente 
    nada nuevo. 
    Pero optimiza el tiempo que da gusto, 
    y es catártico, además. 
    Y aunque no parece demasiado 
    convencido 
    hay una cosa 
    que sí puedo garantizar: 
    con esa clase de respuestas 
    te los acabas de quitar de encima 
    de una vez por todas. 
    Juro que no vuelven a llamar. 
    En cuanto a las promesas de inmortalidad 
    garantizada 
    que te ofrecen sacándote en sus papeles, 
    hace tiempo que dejé de preocuparme. 
    A juzgar por las magnas biografías 
    de los grandes personajes de la historia 
    es más que evidente 
    que con mis ridículos avatares cotidianos 
    no doy la talla ni de coña.