Economía doméstica, de Rosario Castellanos | Poema

    Poema en español
    Economía doméstica

    He aquí la regla de oro, el secreto del orden: 
    Tener un sitio para cada cosa 
    y tener 
    cada cosa en su sitio. Así arreglé mi casa. 
    Impecable anaquel el de los libros: 
    Un apartado para las novelas, 
    otro para el ensayo 
    y la poesía en todo lo demás. 

    Si abres una alacena huele a espliego 
    y no confundirás los manteles de lino 
    con los que se usan cotidianamente. 
    Y hay también la vajilla de la gran ocasión 
    y la otra que se usa, se rompe, se repone 
    y nunca está completa. 
    La ropa en su cajón correspondiente. 

    Y los muebles guardando las distancias 
    y la composición que los hace armoniosos. 
    Naturalmente que la superficie 
    (de lo que sea) está pulida y limpia. 

    Y es también natural 
    Que el polvo no se esconda en los rincones. 
    Pero hay algunas cosas 
    que provisionalmente coloqué aquí y allá 
    o que eché en el lugar de los trebejos. 
    Algunas cosas. Por ejemplo, un llanto 
    que no se lloró nunca; 
    una nostalgia de que me distraje, 
    un dolor, un dolor del que se borró el nombre, 
    un juramento no cumplido, un ansia. 

    Que se desvaneció como el perfume 
    de un frasco mal cerrado 
    y retazos de tiempo perdido en cualquier parte. 
    Esto me desazona. Siempre digo: mañana… 
    y luego olvido. Y muestro a las visitas, 
    orgullosa, una sala en la que resplandece 
    la regla de oro que me dio mi madre.