He soñado contigo, de Susana March | Poema

    Poema en español
    He soñado contigo

    He soñado contigo 
    sin saber que soñaba... 

    En la gran chimenea 
    crepitaban las llamas, 
    la tarde se moría 
    detrás de la ventana. 

    Te he visto en mis ensueños 
    como un blanco fantasma, 
    alto junco ceñido 
    al aire de mi alma. 

    Te he visto ennoblecido 
    por estrellas lejanas, 
    turbado por la fiebre 
    de mi propia nostalgia. 

    Sobre la alfombra, quieta, 
    te sueño arrodillada. 
    Te sueño como a un Príncipe 
    de los cuentos de Hadas, 
    como a un vikingo rubio 
    con escudo de plata. 

    ¡Qué bien quererte mucho 
    hasta quedar exhausta! 
    ¡Qué bien sentirme siempre, 
    -¡Dios mío!- enamorada! 
    Me da miedo el vacío 
    que me queda en el alma, 
    el frío que me hiela 
    cuando el hechizo pasa. 

    Yo quiero amarte mucho, 
    con un amor sin pausa, 
    con un amor sin término, 
    como los dioses aman, 
    como los astros, como 
    las bestias y las plantas. 

    Siento celos del leño 
    que acaricia la llama... 
    ¡Igual me abrasaría 
    si tu me acariciaras!

    • He soñado contigo 
      sin saber que soñaba... 

      En la gran chimenea 
      crepitaban las llamas, 
      la tarde se moría 
      detrás de la ventana. 

      Te he visto en mis ensueños 
      como un blanco fantasma, 
      alto junco ceñido 
      al aire de mi alma. 

    • ¡Ah, déjame que cante 
      para ti esa canción vaga y remota! 
      Yo nací con un verso clavado en mi costado, 
      por cuya herida mana mi sangre enfebrecida. 
      No tengo más que esta tristeza lírica 
      y esta pasión de ser... Desalentada, 
      soy como corza huyendo de la vida. 

    • No es el dolor de los amores incumplidos 
      ni los ideales deshechos. 
      No es tan siquiera la melancolía 
      de envejecer. 
      Es algo más tremendo y más grande, 
      algo que crece dentro de mÍ, 
      tal vez en el tuétano de los huesos 
      y que, acaso, se llame vida. 

    • ¡Ay, qué desconcierto 
      estar aquí, sin amor! 
      Tiembla la primavera 
      en cada miembro mío; 
      el aire engarza pájaros, 
      las nubes se desposan 
      como un príncipe rubio que las viste de oro; 
      un vegetal desmayo 

    • Yo sé que estaba entonces cuando nada existía... 
      Estaba allí, en las sombras de un valle solitario 
      donde aún no fluía la música del agua. 
      Mi desnudez se alzaba sobre el vago paisaje 
      como un grito de auxilio en el mortal vacío. 

    • Dame tu voz antigua en cuyo acento escucho 
      el rumor de los bosques primitivos, 
      el canto misterioso de los seres selváticos, 
      el grito de agonía 
      de la primera virgen violada. 
      Dame tu voz antigua donde yo reconozco 
      mi propia voz extinguida,