Primavera, de Susana March | Poema

    Poema en español
    Primavera

    ¡Ay, qué desconcierto 
    estar aquí, sin amor! 
    Tiembla la primavera 
    en cada miembro mío; 
    el aire engarza pájaros, 
    las nubes se desposan 
    como un príncipe rubio que las viste de oro; 
    un vegetal desmayo 
    desnuda a las doncellas, desnuda a las acacias… 
    ¡Yo aquí, sin amor! Mar de alhelíes, 
    de fresca y limpia yerba; mar de jóvenes cosas: 
    pájaros, niños, árboles… 
    ¡Qué oleaje de flores 
    sobre los claros días! 
    Y yo aquí, sin amor. Los ojos llenos 
    de verdes resplandores, 
    el corazón latiéndome 
    dulce, tibio, asequible, claudicante, 
    los labios entreabiertos 
    para beber el aire, para beber las flores, para beber la vida. 

    ¡Amor! ¡Qué bien se dice! ¡Qué nombre más hermoso! 
    Decirlo dulcemente, 
    clavarlo como un dardo 
    finísimo al oído: 
    ¡Amor…! -Mejor que el beso, la palabra caliente, 
    mejor que la caricia: Amor… -tan delicada 
    que, al decirla, la lengua se desnuda, 
    se perfuman los labios 
    y el corazón estalla 
    como un botón de rosa. 

    Amor, ¡tú gobernando; tú creando la vida¡ 
    Amor, ¡y yo aquí, tan sola como un pozo de agua!

    • He soñado contigo 
      sin saber que soñaba... 

      En la gran chimenea 
      crepitaban las llamas, 
      la tarde se moría 
      detrás de la ventana. 

      Te he visto en mis ensueños 
      como un blanco fantasma, 
      alto junco ceñido 
      al aire de mi alma. 

    • ¡Ah, déjame que cante 
      para ti esa canción vaga y remota! 
      Yo nací con un verso clavado en mi costado, 
      por cuya herida mana mi sangre enfebrecida. 
      No tengo más que esta tristeza lírica 
      y esta pasión de ser... Desalentada, 
      soy como corza huyendo de la vida. 

    • No es el dolor de los amores incumplidos 
      ni los ideales deshechos. 
      No es tan siquiera la melancolía 
      de envejecer. 
      Es algo más tremendo y más grande, 
      algo que crece dentro de mÍ, 
      tal vez en el tuétano de los huesos 
      y que, acaso, se llame vida. 

    • Dame tu voz antigua en cuyo acento escucho 
      el rumor de los bosques primitivos, 
      el canto misterioso de los seres selváticos, 
      el grito de agonía 
      de la primera virgen violada. 
      Dame tu voz antigua donde yo reconozco 
      mi propia voz extinguida, 

    • ¡Ay, qué desconcierto 
      estar aquí, sin amor! 
      Tiembla la primavera 
      en cada miembro mío; 
      el aire engarza pájaros, 
      las nubes se desposan 
      como un príncipe rubio que las viste de oro; 
      un vegetal desmayo 

    • Yo sé que estaba entonces cuando nada existía... 
      Estaba allí, en las sombras de un valle solitario 
      donde aún no fluía la música del agua. 
      Mi desnudez se alzaba sobre el vago paisaje 
      como un grito de auxilio en el mortal vacío.