El amor y la sangre, de Victoriano Crémer | Poema

    Poema en español
    El amor y la sangre

    «Borradle. Labraremos la paz, la paz, la paz, 
    a fuerza de caricias, a puñetazos puros...» 
     Blas de Otero 

    El amor sube por la sangre. Quema 
    la ortiga del recuerdo y reconquista 
    el ancho campo abierto, la ceniza 
    fundadora, que la brasa sostiene. 

    El amor es herencia de la sangre, 
    como el odio, su amante, y se mantienen 
    íntimos, besándose, nutriéndose 
    de sus dobles sustancias transmitidas. 

    Nada podrá arrancarles de su abrazo: 
    La espada, el hielo, el tiempo, con sus filos 
    mezclarán sangres, que, lluviosamente, 
    germinarán odios, amor o nuevas sangres. 

    ¿Cómo decir: 
     -«Aquéllos, que nunca conocieron 
    la sangre derramada, que separen 
    el odio del amor y reconstruyan 
    las viejas catedrales de la dicha...» 

    ¿«Aquéllos»?, ¿son acaso otros que los murientes 
    trasvasados, hechos de sangre antigua? 
    No es posible lavarse el alma ni las manos 
    cuando fluye hacia ellas sangre y olor a sangre. 

    Si ha de hacerse el amor, será con sangre 
    trepadora, quemante, conocida, 
    pura sangre del odio, amante impávido 
    que el amor fecundiza. 

    Si ha de hacerse la paz... 

    -¡Callad, campanas!, 
    ¡Ved la tierra, la tierra, que resume 
    su tempero sangriento y le convierte 
    en paz, en paz, a puñetazos puros...!