Sábado amor, de Victoriano Crémer | Poema

    Poema en español
    Sábado amor

    Pero el sábado es distinto. Viene 
    de muy lejos, con sol a las espaldas 
    y extrañas músicas entre los dientes 
    endurecidos de la madrugada. 

    Todos le miran y él sonríe. Pisa 
    la tierra y la acaricia; el eco alarga 
    la estela de su paso, tal un barco 
    abriéndose caminos en el agua. 

    Es como un muchacho, con las manos 
    metidas en los chorros de la mañana, 
    que abre los ojos de cristal y asombro 
    al vuelo de la luz desazulada. 

    El sábado es distinto, sí. De pronto, 
    el aire se hace mármol en la escarcha 
    del alto cielo, y una voz se enciende 
    poderosa, como una gran campana. 

    Todo parece nuevo, repentino, 
    ¡hasta aquella alegría de las almas 
    que nadie sabe quién echó en la hondo 
    del charco amargo de las lágrimas!... 

    No es como los demás días. Trae al menos 
    algo que el hombre ha perseguido siempre, 
    sin mirar a los cielos, apretándose 
    el corazón con esperanzas: 

    Unas monedas y el silencio, 
    cuando la tarde pliega sus banderas. 
    Todo el amor, de pronto, rescatado 
    al yunque ya las nieblas. 

    Y una música antigua y un camino 
    para perderse. 

    (La felicidad 
    necesita tan sólo unas monedas 
    y un camino de amor.) 

    Todo humilde y sencillo en este día 
    en que la piel del aire se descorre 
    y queda un mundo puro, en carne viva, 
    como un tierno cordero milagroso. 

    La casa se abre a su llegada. 

    El hombre 
    busca a la amada entre la sombra y, juntos, 
    entre besos, aprietan las monedas 
    de su felicidad de cada día.