Tras una larga camorra
con mastines y sabuesos,
molidas hasta los huesos
una corza y una zorra,
y a la débil claridad
oue despedía la luna,
de su precaria fortuna
hablaban con gravedad.
«¡Ah! -decía la raposa-,
si yo a la naturaleza
debiera tu ligereza,
fuera mi suerte otra cosa.
Ciertamente no imagino
por qué utilizas tan mal
ese poder especial
dando carreras sin tino.»
«¿Sin tino? ¿Por esos cerros
hacer puedo más que huir
si de cerca oigo latir
a los maldecidos perros?
Pues llevárame pateta
si, en vez de correr ligera,
a pensar me entretuviera...»
«No digo que te estés quieta.»
«Pues entonces ¿qué dirás?»
«Que si salvarte pretendes
cuando la carrera emprendes,
mires bien a dónde vas.
¡Correr, correr, más correr,
y por un instinto ciego,
a veces, al mismo fuego
de que has huido volver,
y sin tino ni medida
tu mucha fuerza emplear
para venir a parar
donde has sido perseguida!
¡Hacer de tu perdición
instrumento lastimoso
ese medio poderoso
que tienes de salvación!
Así, ¡voto a Belcebú!,
murió tu padre y tu abuelo,
y en verdad mucho recelo
que así habrás de morir tú.»
Tome para su conciencia
esta lección cada cual,
que no ha de venirle mal
aunque presuma de ciencia:
cualquier persona de juicio
en todo evento posible,
porque sabe que es temible,
está en guardia contra el vicio.
Pero aquellas de más seso,
las de grandes cualidades
de sus buenas facultades
no temen nunca el exceso.
Resultando, en conclusión,
ser grave causa de mal
lo que de bien manantial
fuera sujeto a razón.
Juzgue a la dicha nocivo
cualquiera que no esté loco,
lo malo, ya mucho o poco,
lo bueno, si es excesivo.
Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Dedicó buena parte de un inagotable activismo social e intelectual al estudio crítico de la realidad penal española. Se sirve de la experiencia acumulada en el desempeño de cargos oficiales de visitadora de cárceles de mujeres de A Coruña (1863) e inspectora de casas de corrección de mujeres (1868-1873) y, sobre todo, de su talento, sensibilidad e intuición para la redacción de obras que la sitúan en un puesto de gran relevancia en estudios penales europeos: Cartas a los delincuentes (1865), Estudios penitenciarios (1877). O visitador do preso (1893) es una de las obras de referencia para el estudio de las ideas centrales de su pensamiento penal. Valiente y adelantada a su tiempo, partidaria de un sistema penal moderno que hiciese posible la corrección del preso, las aspiraciones reformistas de Arenal se materializan con la llegada de la Segunda República.