El retratista, de Concepción Arenal | Poema

    Poema en español
    El retratista

    Quiso retratarse un tuerto, 
    llamó al efecto a un pintor, 
    y no tuvo el buen señor 
    en verdad, muy buen acierto. 

    Retratole de perfil 
    del lado del ojo sano, 
    y el hombre le dijo: «Hermano, 
    este no es Mateo Gil. 

    Y es grande puerilidad; 
    tuerto soy de todos modos; 
    ¿cuando pueden verla todos, 
    a qué ocultar la verdad? 

    Venga, pues, otro retrato, 
    que pronto a pagarle estoy, 
    mas no quiero, por quien soy, 
    pasar por un mentecato.» 

    Y haciendo nuevo concierto 
    el pintor adocenado 
    lleva el perfil dibujado 
    del lado del ojo tuerto. 

    Gil le dice: «Pues reniego 
    de tan singular artista; 
    ¿con que allí con buena vista 
    aparezco, y aquí ciego? 

    Es una idea excelente 
    y de admirarla no acabo; 
    o no te doy ni un ochavo, 
    o me retratas de frente.» 

    «En subterfugios sutiles 
    ¿a qué andar? Es excusado. 
    Confieso a usted mi pecado: 
    no sé hacer más que perfiles.» 

    Lo mismo que este pintor 
    hace el vulgo de los jueces, 
    perjudicando unas veces, 
    y otras haciendo favor. 

    Y es absurdo, vive dios, 
    que por torpeza o por dolo, 
    nos pinten de un lado solo 
    no siendo iguales los dos. 

    Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Dedicó buena parte de un inagotable activismo social e intelectual al estudio crítico de la realidad penal española. Se sirve de la experiencia acumulada en el desempeño de cargos oficiales de visitadora de cárceles de mujeres de A Coruña (1863) e inspectora de casas de corrección de mujeres (1868-1873) y, sobre todo, de su talento, sensibilidad e intuición para la redacción de obras que la sitúan en un puesto de gran relevancia en estudios penales europeos: Cartas a los delincuentes (1865), Estudios penitenciarios (1877). O visitador do preso (1893) es una de las obras de referencia para el estudio de las ideas centrales de su pensamiento penal. Valiente y adelantada a su tiempo, partidaria de un sistema penal moderno que hiciese posible la corrección del preso, las aspiraciones reformistas de Arenal se materializan con la llegada de la Segunda República.