Dos monos allá en Tetuán,
personas muy principales,
eran en todo rivales
y en todo con grande afán.
Dioles la rivalidad
por hacerse, a estos señores,
de la industria protectores
con pública utilidad.
Los ilustres adversarios
dos fábricas de tejidos
establecen, escogidos
llevando los operarios.
Pero el más inteligente
ni con mucho se aproxima
a los productos que el clima
exige, en extremo ardiente.
¿Cómo hacer telas ligeras,
decían con impaciencia,
si absoluta es la carencia
de las materias primeras?
Y habiendo reflexionado
los directores rivales,
en busca de materiales
mandan su comisionado.
El uno, teniendo en cuenta
no más de la economía,
a un mono ignorante envía
que con poco se contenta.
El otro, un mono instruido
busca para esta misión,
dando por la comisión,
salario fijo y crecido.
Vienen a comprar a España
pagando en buena moneda,
uno capullos de seda,
y el otro telas de araña.
«¡Qué compra! -decía el necio-.
¡Qué sutil saldrá el vestido!
;Si está ya rnedio tejido!
¡Y por tan ínfimo precio!»
Llegan al suelo natal
con feliz navegación,
y cuenta de su misión
pónese a dar cada cual.
Entonces el gran señor
que por ahorrar dinero
se valió de un majadero,
conoce tarde su error.
Con paciencia y capital
pagó tan gran necedad,
dejando la utilidad
y la gloria a su rival.
Su parte a la inteligencia
negándole, como el mico,
siempre le parece al rico
que exige mucho la ciencia.
Y su obtuso entendimiento
no ve que, en un solo día,
destruye la tontería
más que exigiera el talento.
Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Dedicó buena parte de un inagotable activismo social e intelectual al estudio crítico de la realidad penal española. Se sirve de la experiencia acumulada en el desempeño de cargos oficiales de visitadora de cárceles de mujeres de A Coruña (1863) e inspectora de casas de corrección de mujeres (1868-1873) y, sobre todo, de su talento, sensibilidad e intuición para la redacción de obras que la sitúan en un puesto de gran relevancia en estudios penales europeos: Cartas a los delincuentes (1865), Estudios penitenciarios (1877). O visitador do preso (1893) es una de las obras de referencia para el estudio de las ideas centrales de su pensamiento penal. Valiente y adelantada a su tiempo, partidaria de un sistema penal moderno que hiciese posible la corrección del preso, las aspiraciones reformistas de Arenal se materializan con la llegada de la Segunda República.