Madrigal, de Félix Grande | Poema

    Poema en español
    Madrigal

    Palabra, dulce y triste persona pequeñita, 
    dulce y triste querida vieja, yo te acaricio, 
    anciano como tú, con la lengua marchita, 
    y con vejez y amor aclamo nuestro vicio. 

    Palabra, me acompañas, me das la mano, eres 
    maroma en la cintura cada vez que me hundo; 
    cuando te llamo veo que vienes, que me quieres, 
    que intentas construirme un mundo en este mundo. 

    Hormiguita, me sirvo de ti para vivir; 
    sin ti, mi vida yo no sé lo que sería, 
    algo como un sonido que no se puede oír 
    o una caja de fósforos requemada y vacía. 

    Eres una cerilla para mí, como ésa 
    que enciendo por la noche y con la luz que vierte 
    alcanzo a ir a la cama viendo un poco, como ésa; 
    sin ti, sería tan duro llegar hasta la muerte. 

    Pero te tengo, y cruzo contigo el dormitorio 
    desde la puerta niña hasta la cama anciana; 
    y, así, tiene algo de pálpito mi puro velatorio 
    y mi noche algo tiene de tarde y de mañana. 

    Gracias sean para ti, gracias sean, mi hormiga, 
    ahora que a la mitad de la alcoba va el río. 
    Después, el mar; tú y yo ahogando la fatiga, 
    alcanzando abrazados la fama del vacío.