Canción de los espías cultos en el momento de envejecer, de Jaime Siles | Poema

    Poema en español
    Canción de los espías cultos en el momento de envejecer

    Mi vida a cambio de dos o tres cerillas. 
    Mi vida a cambio de sorbos de cognac. 
    Mi vida a cambio de dos o tres colillas. 
    Mi vida a cambio de este cul-de-sac. 
    Mi vida a cambio de litros de bencina. 
    Mi vida a cambio del cónico coral. 
    Mi vida a cambio del tul de muselina. 
    Mi vida a cambio de códices de cal. 
    Mi vida a cambio de luces opalinas. 
    Mi vida a cambio del cúfico cristal. 
    Mi vida a cambio de sienes serpentinas. 
    Mi vida a cambio del fuego en un portal. 
    Mi vida a cambio de túneles de mina. 
    Mi vida a cambio de cámaras de gas. 
    Mi vida a cambio del zinc de una bocina. 
    Mi vida a cambio del dado de este as. 
    Mi vida a cambio de nieve derretida. 
    Mi vida a cambio del ritmo de un compás. 
    Mi vida a cambio de carne atardecida. 
    Mi vida a cambio del cine al que tú vas. 
    Mi vida es esta cifra de la vida. 
    Mi vida es esta clave y este imán. 
    Mi vida es la pistola y es la herida 
    abierta por la ley de un alacrán. 
    Mi vida es recorrer las avenidas, 
    pasar por las fronteras como sal 
    disuelta en las mareas y crecidas 
    sin que una gota sienta el temporal. 
    Mi vida es un andar por las esquinas 
    y en los pasos de cebra atravesar 
    un semáforo rojo entre bocinas 
    y uno a uno los coches sortear. 
    Mi vida son el metro y el tranvía, 
    y el avión y el tren y el huracán: 
    son el paso a nivel sin guardavía 
    y el lapilli que lanza su volcán. 
    Mi vida es la partida de la luna 
    al póker de las lenguas y el disfraz 
    de todas las vocales y de alguna 
    consonante compuesta por el caz 
    de la garganta y de la galante 
    fonemática suma artificial 
    que los peligros ponen cimbreante 
    como un tallo de tersura vegetal. 

    Mi vida de después es la de antes. 
    Mi vida son el mapa, el telefax, 
    el télex, la pistola y el vibrante 
    telegrama enviado por las FAS. 

    Ahora que no haya nadie aquí delante, 
    ahora que me hago viejo nada más, 
    quiero tallar aquí como un diamante 
    este informe unívoco y cambiante 
    cifrado en una copa de cognac. 
    El parte de mi vida sí con arte. 
    El arte de mi vida en el compás 
    del tiempo que me parte cuando parte 
    de mi vida en el dado no es el as. 
    Mi vida es la película de Marte 
    que ponen en el cine al que tú vas. 
    Mi vida es el punto del que parte 
    la ácida nada que deja el aguarrás. 

    Hoy quiero recordar sólo el diamante. 
    Hoy quiero recordar sólo el final 
    de la mano que escribe con un guante 
    la plenitud total de aquel instante 
    borrado por la aurora boreal. 
    Que sus manos me digan el cuadrante; 
    el azimut, el cenit, el dial 
    del punto fijo e inmóvil con que Dante 
    pintó el tiempo en forma de sextante 
    el mismo día en que cumplió mi edad. 
    Quiero creer que soy aquel instante 
    que pintaba un poeta medieval. 
    Quiero creer que soy la consonante 
    estrofa de la aurora boreal. 

    Ahora que la sangre forma parte 
    de la bala que veo bajo el chal 
    y la camisa me tiñe con el arte 
    de la flor que se extiende por mi ojal 
    quiero decir el mudo teorema 
    mi vida cifrada en el poema 
    del espía que expía su final.