Poética, de Javier Egea | Poema

    Poema en español
    Poética

    A Aurora de Albornoz 
     
    Mas se fue desnudando. y yo le sonreía. ' 
    Juan Ramón Jiménez 

     
    Vino primero frívola -yo niño con ojeras- 
    y nos puso en los dedos un sueño de esperanza 
    o alguna perversión: sus velos y su danza 
    le ceñían las sílabas, los ritmos, las caderas. 

    Mas quisimos su cuerpo sobre las escombreras 
    porque también manchase su ropa en la tardanza 
    de luz y libertad: esa tierna venganza 
    de llevarla por calles y lunas prisioneras. 

    Luego nos visitaba con extraños abrigos, 
    mas se fue desnudando, y yo le sonreía 
    con la sonrisa nueva de la complicidad. 

    Porque a pesar de todo nos hicimos amigos 
    y me mantengo firme gracias a ti, poesía, 
    pequeño pueblo en armas contra la soledad.

    • Qué luz extraña, dime, ha poblado este cuerpo 
      repetido en portales, escaparates, brumas, 
      ingenuo paseante de la ciudad, hermano, 
      caminante del mismo aturdimiento 
      que estos siglos de expolio pusieron en los ojos, 
      qué luz extraña, dime, 

    • Entonces, 
      en aquella ciudad 
      o en la intuición primera, vaga, de su cuerpo, 
      el pensamiento aún flotaba en bucólicos careos, 
      en versos aprendidos sin historia 
      y no era posible amar 
      entre unas calles donde todo era sucio, 
      carne sin brillo, 

    • A Aurora de Albornoz 
       
      Mas se fue desnudando. y yo le sonreía. ' 
      Juan Ramón Jiménez 

       
      Vino primero frívola -yo niño con ojeras- 
      y nos puso en los dedos un sueño de esperanza 
      o alguna perversión: sus velos y su danza 

    • 'con la pasión que da el conocimiento' 
      Jaime Gil de Biedma 

       
      Hoy está triste el juglar 
      sólo canta para ella, 
      que también la juglaría 
      tiene parte en la tristeza. 
      Sepan que de mal de amores 
      nadie está libre en la tierra. 

    • Y la luna 
      Pero no la luna. 
      Federico García Lorca 

       
      Porque la luna. Pero no la luna. 
      Sí los tumbos añiles, sí la vida, 
      el estallido sordo de la espera 
      y la ciudad, el sueño, la otra calle 
      que es un reto de luz. Escucha ahora.