Entonces no hay olvido, de Jorge Enrique Adoum | Poema

    Poema en español
    Entonces no hay olvido

    Entonces ¿no hay olvido? 

    y no podré jamás confundirme de puerta 
    y a nunca equivocarme de rostro de tranvía 
    comenzar el destino en la otra mano 
    con una llave o un sombrero diferentes 
    sin recorrer la misma duda y a la misma hora 
    la misma calle con el mismo pie 

    no entrar de nuevo al cuarto de uno 
    donde uno se espera y nunca sale 
    esperando al teléfono llamadas de una voz 
    que antes se escuchaba con el vientre 
    noticias de ojalá 
    el horóscopo para ayer que no acierta tampoco 
    y se mira crecerle los adioses en la cara 
    y no hay gillette para el recuerdo 
    no hay jabón para lo sido lo cernido 
    de las ruinas de uno mismo argamasa de la edad 
    como un templo donde ya no sucede nada cierto 
    y tantas moscas rondándome 
    simple muñón de ti mi antes 
    y en la mirada también queda lo sucio de estos dolores 
    puesto su sucio a remojar a fondo 

    por lo menos con esto me distraigo 
    me corrijo la vida como debió haber sido 
    hago cuentas de cuánto debo irme 
    para no estar conmigo en otra parte 
    escondiendo analgésicas teorías 
    olvidando soluciones criminalmente justas 
    manuscritos de la tempestad al fin y al cabo 
    con lo demás no hay cómo son las piedras honestas 
    del que no fui y seguí siendo otras veces 
    del que quise nacerme sin mancha de pasado 
    y si remueven un poco me verían debajo 
    echando una lagrimita por aquello 
    atónitos con melanosis 
    santos retorcidos por la sabiduría 
    equilibristas con espasmo y catalepsia 
    raquíticos hipertróficos enfisematosos 
    lánguidos místicos agónicos 
    esqueletos forrados de pergamino pardo 
    esqueletos envueltos con mosquitero 
    dos rodillas recuerdo de otra pierna dos dientes 
    reliquia de la vieja religión en la mejilla 

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