Numen, de Julio Herrera y Reissig | Poema

    Poema en español
    Numen

    Mefistófela divina, 
    miasma de fulguración, 
    aromática infección 
    de una fístula divina… 
    ¡Fedra, Molocha, Caína, 
    cómo tu filtro me supo! 
    ¡A ti – ¡Santo Dios! – te cupo 
    ser astro de mi desdoro; 
    yo te abomino y te adoro 
    y de rodillas te escupo! 

    Acude a mi desventura 
    con tu electrosis de té, 
    en la luna de Astarté 
    que auspicia tu desventura… 
    Vértigo de asambladura 
    y amapola de sadismo: 
    ¡yo sumaré a tu guarismo 
    unitario de Gusana 
    la equis de mi Nirvana 
    y el cero de mi ostracismo! 

    Carie sórdida y uremia, 
    felina de blando arrimo, 
    intoxícame en tu mimo 
    entre dulzuras de uremia… 
    Blande tu invicta blasfemia 
    que es una garra pulida, 
    y sórbeme por la herida 
    sediciosa del pecado, 
    como un pulpo delicado, 
    «¡muerte a muerte y vida a vida!» 

    Clávame en tus fulgurantes 
    y fieros ojos de elipsis 
    y bruña el Apocalipsis 
    sus músicas fulgurantes… 
    ¡Nunca! ¡Jamás! ¡Siempre! ¡Y Antes! 
    ¡Ven, antropófaga y diestra, 
    Escorpiona y Clitemnestra! 
    ¡Pasa sobre mis arrobos 
    como un huracán de lobos 
    en una noche siniestra! 
    ¡Yo te excomulgo, Ananké! 

    Tu sombra de Melisendra 
    irrita la escolopendra 
    sinuosa de mi ananké… 
    eres hidra en Salomé, 
    en Brenda panteón de bruma, 
    tempestad blanca en Satzuma, 
    en Semíramis carcoma, 
    danza de vientre en Sodoma 
    y páramo en Olaluma! 

    Por tu amable y circunspecta 
    perfidia y tu desparpajo, 
    hielo mi cuello en el tajo 
    de tu traición circunspecta… 
    ¡Y juro, por la selecta 
    ciencia de tus artimañas, 
    que irá con tus risas hurañas 
    hacia tu esplín cuando muera, 
    mi galante calavera 
    a morderte las entrañas!