Ahora camino de noche porque las noches son claras... Y esta noche no hubo luna, no hubo luna amiga y blanca... y había pocas estrellas, pocas estrellas y pálidas...
Y era todo triste sin la luna amiga... y era todo negro sin la luna blanca.
No se veía la cinta de la carretera larga... los olivos del recuesto apenas se dibujaban... un murciélago pasó rozándome la cabeza con el ala... y me ladraron los perros en los bancales con saña. Sin luna todo era negro y triste... vi una luz allá lejana... y, a tientas, fui hasta la luz y en la luz pedí posada...
Esta noche no hubo luna... no hubo luna amiga y blanca... Y recordé aquella noche en que no vino mi amada...
y en que yo loco de amor, lleno de fiebre y de ansias... hice también alto en la primera posada...
¡Qué lástima que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan! ¡Qué lástima que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas
Pero ¿qué están hablando esos poetas de ahí de la palabra? Siempre en discusiones de modisto: que si desceñida o apretada... que si la túnica o que si la casaca... La palabra es un ladrillo, ¿Me oísteis?... ¿Me ha oído usted, Señor Arcipreste?
Ten una voz, mujer, que pueda decir mis versos y pueda volverme sin enojo, cuando sueñe desde el cielo a la tierra... Ten una voz, mujer, que cuando me despierte no me hiera... Ten una voz, mujer, que no haga daño
(A todos los judíos del mundo, mis amigos, mis hermanos)
Esos poetas infernales, Dante, Blake, Rimbaud... Que hablen más bajo... ¡Que se callen! Hoy cualquier habitante de la tierra sabe mucho más del infierno
¿Y la tangente, señor Arcipreste?... ¿El radio de la esfera que se quiebra y se fuga? ¿La mula ciega de la noria, que un día, enloquecida, se liberta del estribillo rutinario?...
Y ahora pregunto aquí: ¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta? ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios para que me tapen la boca cuando muera, con una paletada de tierra? No. He venido y estoy aquí,