Ser de Sansueña, de Luis Cernuda | Poema

    Poema en español
    Ser de Sansueña

    Acaso allí estará, cuatro costados 
    bañados en los mares, al centro la meseta 
    ardiente y andrajosa. Es ella, la madrastra 
    original de tantos, como tú, dolidos 
    de ella y por ella dolientes. 

    Es la tierra imposible, que a su imagen te hizo 
    para de sí arrojarte. En ella el hombre 
    que otra cosa no pudo, por error naciendo, 
    sucumbe de verdad, y como en pago 
    ocasional de otros errores inmortales. 

    Inalterable, en violento claroscuro, 
    mírala, piénsala. Árida tierra, cielo fértil, 
    con nieves y resoles, riadas y sequías; 
    almendros y chumberas, espartos y naranjos 
    crecen en ella, ya desierto, ya oasis. 

    Junto a la iglesia está la casa llana, 
    al lado del palacio está la timba, 
    el alarido ronco junto a la voz serena, 
    el amor junto alodio, y la caricia junto 
    a la puñalada. Allí es extremo todo. 

    La nobleza plebeya, el populacho noble, 
    la pueblan; dando terratenientes y toreros, 
    curas y caballistas, vagos y visionarios, 
    guapos y guerrilleros. Tú compatriota, 
    bien que ello te repugne, de su fauna. 

    Las cosas tienen precio. Lo es del poderío 
    la corrupción, del amor la no correspondencia; 
    y ser de aquella tierra lo pagas con no serIo 
    de ninguna: deambular, vacuo y nulo, 
    por el mundo, que a Sansueña y sus hijos desconoce. 

    Si en otro tiempo hubiera sido nuestra. 
    Cuando gentes extrañas la temían y odiaban, 
    y mucho era ser de ella; cuando toda 
    su sinrazón congénita, ya locura hoy, 
    como admirable paradoja se imponía. 

    Vivieron muerte, sí, pero con gloria 
    monstruosa. Hoy la vida morimos 
    en ajeno rincón. Y mientras tanto 
    los gusanos, de ella y su ruina irreparable, 
    crecen, prosperan. 

    Vivir para ver esto. 
    Vivir para ver esto.