Las flores del romero, niña Isabel, hoy son flores azules, mañana serán miel.
Celosa estás, la niña, celosa estás de aquel dichoso, pues le buscas, ciego, pues no te ve, ingrato, pues te enoja, y confiado, pues no se disculpa hoy de lo que hizo ayer. Enjuguen esperanzas lo que lloras por él, que celos entre aquéllos que se han querido bien,
hoy son flores azules, mañana serán miel.
Aurora de ti misma, que cuando a amanecer a tu placer empiezas, te eclipsan tu placer, serénense tus ojos, y más perlas no des, porque al sol le está mal lo que a la aurora bien. desata como nieblas todo lo que no ves, que sospechas de amantes y querellas después,
Vuelas, oh tortolilla, y al tierno esposo dejas en soledad y quejas; vuelves después gimiendo, recíbete arrullando, lasciva tú, si él blando. Dichosa tú mil veces, que con el pico haces dulces guerras de Amor y dulces paces.