Puede que fueras tú... Confusamente,
entre la mucha gente,
esbelta, serpentina
--y vestida de blanco--
una mujer divina
llamó a mis ojos... Pero, ¡No! Tú vistes
el negro, siempre, de las noches tristes.
Puede que fueras tú... Porque mi alma
se salió toda por mis ojos... Tanto,
que si yo no pensara
en aquel pelo negro que tu cara
acaricia, ¡tan negro!... Juraría
que eras tú aquella rubia como el día.
...Y puede que tú fueras... Aunque aquella
mujer iba apoyada
en el brazo de un hombre, alegre y bella.
Y rozándole la cara con su cabello,
con mirada indecible
de amor... ¡Y es imposible
que tú vuelvas a amar después de aquello!