Rosas son
la frescura de los huertos
y los labios entreabiertos.
Y claveles,
los caireles
de los trajes andaluces,
con sus luces
de oro y plata.
De los nardos
en la mata.
La frescura
de la tez de Carmen, pura,
la blancura
de su bata.
Las violetas
y mosquetas
son las gracias
que se ocultan.
Tulipanes, los que exultan
senos llenos de mujer.
El oler
los jazmines
es la noche y los jardines.
Del querer
es la pena,
o la azucena.
Y los lindos
dondiegos, miramelindos,
son cantares
con achares
y piropos.
Y celos los heliotropos.
Niñas, vamos,
con las flores de mi ramo
puesto en agua,
el crujido de la enagua
y el chasquido
de los besos.
Mil olores
y colores
dan mis flores, que enamoran.
También llevo de esas flores
que devoran.