Coplas del vino, de Nicanor Parra | Poema

    Poema en español
    Coplas del vino

    Nervioso, pero sin duelo 
    a toda la concurrencia 
    por la mala voz suplico 
    perdón y condescendencia. 

    Con mi cara de ataúd 
    y mis mariposas viejas 
    yo también me hago presente 
    en esta solemne fiesta. 

    ¿Hay algo, pregunto yo 
    más noble que una botella 
    de vino bien conversado 
    entre dos almas gemelas? 

    El vino tiene un poder 
    que admira y que desconcierta 
    transmuta la nieve en fuego 
    y al fuego lo vuelve piedra. 

    El vino es todo, es el mar 
    las botas de veinte leguas 
    la alfombra mágica, el sol 
    el loro de siete lenguas. 

    Algunos toman por sed 
    otros por olvidar deudas 
    y yo por ver lagartijas 
    y sapos en las estrellas. 

    El hombre que no se bebe 
    su copa sanguinolenta 
    no puede ser, creo yo 
    cristiano de buena cepa. 

    El vino puede tomarse 
    en lata, cristal o greda 
    pero es mejor en copihue 
    en fucsia o en azucena. 

    El pobre toma su trago 
    para compensar las deudas 
    que no se pueden pagar 
    con lágrimas ni con huelgas. 

    Si me dieran a elegir 
    entre diamantes y perlas 
    yo elegiría un racimo 
    de uvas blancas y negras. 

    El ciego con una copa 
    ve chispas y ve centellas 
    y el cojo de nacimiento 
    se pone a bailar la cueca. 

    El vino cuando se bebe 
    con inspiración sincera 
    sólo puede compararse 
    al beso de una doncella. 

    Por todo lo cual levanto 
    mi copa al sol de la noche 
    y bebo el vino sagrado 
    que hermana los corazones.