El que quiera llegar al paraíso
del pequeño burgués tiene que andar
el camino del arte por el arte
y tragar cantidades de saliva:
el noviciado es casi interminable.
Lista de lo que tiene que saber:
anudarse con arte la corbata
deslizar la tarjeta de visita
sacudirse por lujo los zapatos
consultar el espejo veneciano
estudiarse de frente y de perfil
ingerir una dosis de cognac
distinguir una viola de un violín
recibir en pijama a las visitas
impedir la caída del cabello
y tragar cantidades de saliva.
Todo tiene que estar en sus archivos.
Si su mujer se entusiasma con otro
le recomiendo los siguientes trucos:
afeitarse con hojas de afeitar
admirar las bellezas naturales
hacer crujir un trozo de papel
sostener una charla por teléfono
disparar con un rifle de salón
arreglarse las uñas con los dientes
y tragar cantidades de saliva.
Si desea brillar en los salones
el pequeño burgués
debe saber andar en cuatro pies
estornudar y sonreír a un tiempo
bailar un vals al borde del abismo
endiosar a los órganos sexuales
desnudarse delante del espejo
deshojar una rosa con un lápiz
y tragar toneladas de saliva.
A todo esto cabe preguntarse
¿Fue Jesucristo un pequeño burgués?
Como se ve, para poder llegar
al paraíso del pequeño burgués
hay que ser un acróbata completo:
para poder llegar al paraíso
hay que ser un acróbata completo.
¡Con razón el artista verdadero
se entretiene matando matapiojos!
Para salir del círculo vicioso
recomiendan el acto gratuito:
Aparecer y desaparecer
caminar en estado cataléptico
bailar un vals en un montón de escombros
acunar un anciano entre los brazos
sin despegar la vista de su vista
preguntarle la hora al moribundo
escupir en el hueco de la mano
presentarse de frac en los incendios
arremeter con el cortejo fúnebre
ir más allá del sexo femenino
levantar esa losa funeraria
ver si cultivan árboles adentro
y atravesar de una vereda a otra
sin referencias ni al por qué ni al cuándo
por la sola virtud de la palabra
con su bigote de galán de cine
a la velocidad del pensamiento