Te quiero porque tu corazón es barato, de Pedro Casariego | Poema

    Poema en español
    Te quiero porque tu corazón es barato

    Te quiero. 
    Te quiero 
    porque tu corazón es barato. 

    Yo soy un actor secundario 
    que se siente muy débil 
    porque no come lo suficiente. 
    Estoy ahí sentado, 
    sentado en una silla amarilla; 
    el suelo es amarillo, 
    está hecho de hojas muertas. 
    He olvidado mi papel. 
    Algún pájaro ha escrito en mi silla 
    el nombre de un actor importante. 
    El público está formado por miles de pájaros muy cultos 
    y espera ver algo grande. 
    Yo he olvidado mi papel 
    y mi piel de actor está llena de hongos; 
    estar plagado de hongos 
    y no comprar un tubo de pomada en la farmacia 
    hace que me sienta como un salvaje. 

    Pienso en la película 
    «Sangre sabia» de John Huston. 
    Pensar es muy trabajoso, 
    pensar es muy trabajoso. 
    Se me ocurre una frase bonita: 
    «La primera letra de tu nombre 
    es la letra de una canción, 
    y tus ojos son la música de esa canción; 
    tú estás muy guapa cantando la canción, 
    ni siquiera necesitas mis aplausos.» 
    Quisiera que mi sangre fuera sabia. 
    Mi sangre, todos los veranos, 
    busca heridas para salir a tomar 
    el sol. 
    Entonces, cuando las encuentra, 
    se seca, 
    como se secan las hojas de los 
    árboles y de los libros. 

    Tengo 25 años. 
    Si te revelo 
    este secreto de calendario 
        es para que comprendas 
        que estoy doblando una curva 
        y que tú puedes estar después de la curva 
        haciendo auto-stop. 

    Soy un hombre puro y huraño, 
    pero no soy amigo de Dios. 
    Reconozco, sin embargo, 
    que me gustaría hacerme una foto con Él, 
    aunque sólo fuera para salir en el periódico 
    y dejarte boquiabierta a ti. 
    Mírame: 
    debería estar fundando un hogar 
        y quiero ser atracador de bancos. 
        Tápame con una manta 
        y rompe el termómetro: 
        tengo fiebre 
        y tengo frío. 

    Soy puro y soy huraño, 
    pero no soy amigo de Dios: 

    Sus barbas me parecen demasiado 
    blancas, como si hubieran robado 
    a la nieve toda su belleza sin 
    dejar nada a cambio; 
    Dios es un jugador de ventaja, 
    un jugador muy importante, 
    un jugador 
    imprevisible. 
    Dios castiga y perdona porque sí: 
    puede que me ame 
    más que a los que Le aman. 

    Alguien ha grabado en mi espalda una boca azul. 
    Una risa que se derrumba cae desde la boca azul. 
    Pagaré una fortuna a quien borre el tatuaje. 
    Hoy prefiero una boca roja de mujer prohibida. 

    Estoy lleno de tatuajes: 
    mis recuerdos son tatuajes, 
    hasta mi pasado es un tatuaje, 
    cada mano en la mía es un tatuaje. 

    Me aparto cuando alguien se 
    acerca a mí. 
    A veces quiero que se acerquen los 
    A veces quiero que mi madriguera esté 
        vacía 
        porque mi corazón está vacío: 
    yo la vacio personalmente todas las mañanas. 

    Yo ya no tengo esperanza, 
    yo ya soy desesperación. 
    Veo cómo llegan los borrachos; 
    me asusto y me oculto 
    entre las botellas vacías, entre 
    los bares y sus luces perdidas para siempre. 
    Que olviden, que olviden: 
    yo no olvido; 
    que perdonen, que perdonen: 
    yo no puedo perdonar 
    la muerte agria de mis días. 

    Tengo miedo: 
    todos los bomberos llevan chistera 
    en este planeta de locura. 
    Aquí nadie puede escribir la palabra «flor» 
    sin querer cortarla. 

    Estoy sentado 
    y soy un actor mediocre. 
    El público es un cielo 
    que llama a las nubes 
    para dejar de ser azul. 
    Miro. Aquella papelera vacía 
    corrompida por su tristeza 
    quiere hablar con alguien. 
    Centenares de papeles rotos 
    hablan con el suelo amarillo. 

    Soy huraño. No soy puro. 
    No soy puro. 
    Odio. 
    Estoy harto de pasear entre ladridos, 
    de paseos entre ladridos 
    y semen en el pijama. 
    Confieso que soy 
    soledad sola. 

    Ella era una prostituta negra vestida con el peor de los gustos, era 
    grande como un hotel. 
    Reía con fuerza. 
    Yo no la había alquilado para que riera. 
    Ella estaba llena de salud. 
    Yo no estuve a su altura. 
    Me fui 
    humillado 
    con las manos en los bolsillos 
    fumando y jurando un poco 
        (quería parecer un héroe moderno): 
    cada esquina de la calle me dolía. 

    Las estrellas iluminan pero no ven; 
    su tragedia es dar luz y ser ciegas; 
    yo no sé si ilumino; 
    creo que a mi lado 
    todo se oscurece. 
    Espero que la noche que yo hago 
    sea una noche clara, 
    con una pareja de hogueras 
    y con un leopardo. 
    Estoy milagrosamente. 
    Estoy milagrosamente. 
    Estoy entre mis llagas. 

    Mi sangre no es sabia; 
    yo busco un manantial de sangre sabia: 
    ríos de sangre sabia 
    para regar mi cuerpo. 

    No creo en los ovnis: 
    he gastado mi fe 
    viviendo como una serpiente. 
    Mi pantalón es azul; 
    soy extraño y 
    siento desprecio; 
    me desprecio a mí mismo 
    cuando hablo tanto de mí, 
    porque yo desprecio a los que se desnudan. 

    Lucharé contra todos los que digan 
    lo que yo digo. 

    Mujeres gratis, mujeres que se pagan con un beso. 
    Existen. Las he perseguido; 
        son estrellas fugaces 
        son faroles 
        son tímpanos 
        ¡valen su peso en oro! 
        son lápices 
        son tigres 
        son las mujeres de los tigres 
        son sombras de agua 
        ¿qué son? 

        porque yo soy sangre