La rosa del reloj, de Ramón María del Valle-Inclán | Poema

    Poema en español
    La rosa del reloj

    Es la hora de los enigmas, 
    cuando la tarde del verano, 
    de las nubes mandó un milano 
    sobre las palomas benignas. 
    ¡Es la hora de los enigmas! 

    Es la hora de la paloma: 
    sigue los vuelos la mirada 
    de una niña. Tarde rosada, 
    musical y divina coma. 
    Es la hora de la paloma! 

    Es la hora de la culebra: 
    el diablo se arranca una cana, 
    cae del árbol la manzana 
    y el cristal de un sueño se quiebra. 
    ¡Es la hora de la culebra! 

    Es la hora de la gallina: 
    el cementerio tiene luces, 
    se santiguan ante las cruces 
    las beatas, el viento agorina. 
    ¡Es la hora de la gallina! 

    Es la hora de la doncella: 
    lágrimas, cartas y cantares, 
    el aire pleno de azahares, 
    la tarde azul, sólo una estrella. 
    ¡Es la hora de la doncella! 

    Es la hora de la lechuza: 
    descifra escrituras el viejo, 
    se quiebra de pronto el espejo, 
    sale la vieja con la alcuza. 
    ¡Es la hora de la lechuza! 

    Es la hora de la raposa: 
    ronda la calle una vihuela, 
    porta la vieja a la mozuela 
    Un anillo con una rosa. 
    ¡Es la hora de la raposa! 

    Es la hora del alma en pena: 
    una bruja en la encrucijada, 
    con la oración excomulgada 
    le pide al muerto su cadena 
    ¡Es la hora del alma en pena! 

    Es la hora del lubricán: 
    acecha el mochuelo en el pino, 
    el bandolero en el camino, 
    y en el prostíbulo Satán. 
    ¡Es la hora del lubricán!