No, no es la solución 
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi 
ni apurar el arsénico de Madame Bovary 
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita 
del ángel con venablo 
antes de liarse el manto a la cabeza 
y comenzar a actuar. 
Ni concluir las leyes geométricas, contando 
las vigas de la celda de castigo 
como lo hizo sor Juana. No es la solución 
escribir, mientras llegan las visitas, 
en la sala de estar de la familia Austen 
ni encerrarse en el ático 
de alguna residencia de Nueva Inglaterra 
y soñar, con la Biblia de los Dickinson, 
debajo de una almohada de soltera. 
Debe haber otro modo que no se llame Safo 
ni Messalina ni María Egipciaca 
ni Magdalena ni Clemencia Isaura. 
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.