Chico que sale al mundo, de Sharon Olds | Poema

    Poema en español
    Chico que sale al mundo

    Nuestro hijo a los diez años no cree en el mal, 
    juzga por sí mismo, sabe que ningún hombre 
    estaría dispuesto a herir a otro, Cree en 
    la fuerza, el hacha contra la lanza, la ballesta 
    contra las dos espadas, cree en la mesura, 
    el poder la división, la sangre, pero no en 
    el corazón perverso, así que al regresar a casa, 
    a las tres en punto por la calle 97 Oeste, 
    deja atrás los hoteles de los drogadictos para llegar a nuestro bloque, 
    la carga ligera de su mochila a la espalda 
    roja y oscura, como algunas zonas profundas del cuerpo 
    que nunca se ven, y el hombre le dice Oye, chico, 
    él responde, la fuerza se enfrenta a la fuerza, 
    sus brazos tan delgados que la luz los atraviesa en los bordes, dice 
    ¿Sí? Y el hombre le hace una pregunta, 
    impaciente por una respuesta del chico que pueda explicar el mundo, 
    el hombre dice ¿Sabes lo que significa polla? 
    Nuestro hijo responde con educación y sigue caminando, 
    siente lástima por un hombre tan bobo que pregunte algo así, 
    y sabe que no es un mal hombre, 
    o un hombre peligroso, solo un hombre corriente, 
    no lleva ropa de vagabundo ni habla como un borracho, 
    de todas formas este chico sabe lo que es, puede 
    mirar en lo profundo de su corazón 
    y hablar de la naturaleza del ser humano: la bondad, 
    la cortesía, la fuerza.

    • Cuando mi marido me dejó, hubo un dolor que yo no 
      sentí, el dolor que siente quien pierde a aquel 
      a quien ama. No me empujaron 
      contra la rejilla de una vida oral, 
      sólo contra la verja, lentamente cerrada, 
      de la preferencia. A veces los envidiaba 

    • Estoy encerrada en una cajita de cedro 
      que tiene un cuadro de pastores pegado 
      al panel central entre tallas. La caja descansa sobre unas patas curvas. 
      Tiene una cerradura de oro en forma de corazón 
      y carece de llave. Intento escribir mi 

    • Cuando el médico residente auscultó el corazon detenido 
      yo lo miré, como si él o yo 
      fuéramos salvajes, fuéramos de otro mundo: 
      yo había perdido el lenguaje de los gestos, 
      no sabía qué significaba para un extraño 

    • Cuando llego a casa tarde y es de noche y entro a besar a los niños 
      veo a mi hija con el brazo doblado alrededor de la cabeza, 
      su cara sumergida en lo inconsciente; 
      tan centrada por completo en su yo oscuro, 
      la boca que resopla con ligereza como alguien saciado 

    • Nos decidimos a abortar, y juntos 
      nos volvimos asesinos. No cambió nada con 
      el próximo período: estaba muerta, esa pareja joven 
      que alguna vez había abrazado la vida. 
      Mientras lo discutíamos en la cama, el choque 
      no nos sorprendió. Fuimos a la ventana,