Fin, de Sharon Olds | Poema

    Poema en español
    Fin

    Nos decidimos a abortar, y juntos 
    nos volvimos asesinos. No cambió nada con 
    el próximo período: estaba muerta, esa pareja joven 
    que alguna vez había abrazado la vida. 
    Mientras lo discutíamos en la cama, el choque 
    no nos sorprendió. Fuimos a la ventana, 
    y miramos los autos hechos un acordeón, 
    las esquirlas de vidrio reluciente, 
    como si los culpables fuéramos nosotros. 
    La policía retiró los cuerpos, 
    ensangrentados como bebés recién nacidos, 
    por el huequito humeante de la puerta, 
    los colocó en el césped, y los cubrió con sábanas 
    que se empaparon en el acto. Sangre 
    empezó a caer de entre mis piernas 
    y manchó mis pantuflas. No me moví de ahí, 
    viendo cómo arrojaban a la figura atada con correas 
    por la abertura negra de la ambulancia, y cómo 
    paraban a la otra, la cabeza cubierta con vendajes, 
    dos manchas en reemplazo de los ojos. 
    La mañana siguiente me tuve que agachar 
    una hora en el piso, para limpiar mi sangre, 
    frotando un trapo húmedo por las manchas brillosas 
    y traslúcidas, como quien deja la sartén 
    largo rato en remojo 
    después de que la fiesta terminó.

    • Estoy encerrada en una cajita de cedro 
      que tiene un cuadro de pastores pegado 
      al panel central entre tallas. La caja descansa sobre unas patas curvas. 
      Tiene una cerradura de oro en forma de corazón 
      y carece de llave. Intento escribir mi 

    • Cuando mi marido me dejó, hubo un dolor que yo no 
      sentí, el dolor que siente quien pierde a aquel 
      a quien ama. No me empujaron 
      contra la rejilla de una vida oral, 
      sólo contra la verja, lentamente cerrada, 
      de la preferencia. A veces los envidiaba 

    • Cuando el médico residente auscultó el corazon detenido 
      yo lo miré, como si él o yo 
      fuéramos salvajes, fuéramos de otro mundo: 
      yo había perdido el lenguaje de los gestos, 
      no sabía qué significaba para un extraño 

    • Cuando llego a casa tarde y es de noche y entro a besar a los niños 
      veo a mi hija con el brazo doblado alrededor de la cabeza, 
      su cara sumergida en lo inconsciente; 
      tan centrada por completo en su yo oscuro, 
      la boca que resopla con ligereza como alguien saciado 

    • Nos decidimos a abortar, y juntos 
      nos volvimos asesinos. No cambió nada con 
      el próximo período: estaba muerta, esa pareja joven 
      que alguna vez había abrazado la vida. 
      Mientras lo discutíamos en la cama, el choque 
      no nos sorprendió. Fuimos a la ventana,