Satán dice, de Sharon Olds | Poema

    Poema en español
    Satán dice

    Estoy encerrada en una cajita de cedro 
    que tiene un cuadro de pastores pegado 
    al panel central entre tallas. La caja descansa sobre unas patas curvas. 
    Tiene una cerradura de oro en forma de corazón 
    y carece de llave. Intento escribir mi 
    salida de la caja cerrada, 
    de fragante cedro. Satán 
    se acerca hasta la hermética caja 
    y me dice: Te sacaré. Di 
    Mi padre es una mierda. Digo 
    que mi padre es una mierda y Satán 
    se ríe y dice: Se está abriendo. 
    Di que tu madre es una alcahueta. 
    Mi madre es una alcahueta. Algo 
    se abre y rompe cuando lo digo. 
    Mi columna vertebral se despliega en la caja de cedro 
    como el dorso rosado del broche de bailarina 
    que, con un ojo de rubí, yace a mi lado, 
    sobre el raso, en la caja de cedro. 
    Di mierda, di muerte, di que el padre se joda, 
    me dice Satán al oído. 
    El dolor de un pasado encerrado zumba 
    en la caja infantil sobre su cómoda, bajo 
    el terrible ojo redondo del estanque 
    punteado de rosas al aguafuerte, donde 
    el desprecio de sí misma se encaraba con la tristeza. 
    Mierda. Muerte. Que se joda el padre. 
    Algo se abre. Satán dice: 
    ¿No te sientes mucho mejor? 
    La luz parece romperse en el delicado 
    broche de edelweiss, tallado en dos 
    tonos de madera. También le quiero, 
    sabes, le digo a Satán en la oscuridad 
    de la caja cerrada. Los quiero a ambos pero 
    intento explicar qué nos sucedió 
    en el pasado perdido. Claro, dice 
    y sonríe, claro. Ahora di: tortura. 
    Veo, a través de la negrura impregnada de cedro, 
    el borde de una gran bisagra abierta. 
    Di: la polla del padre, el coño 
    de la madre, dice Satán, y te sacaré. 
    El ángulo de la bisagra se abre 
    hasta que se ve el contorno del 
    tiempo antes de existir yo, cuando ellos yacían 
    abrazados en la cama. Cuando digo 
    las palabras mágicas, Polla, Coño, 
    Satán dice suavemente, Sal de ahí. 
    Pero el aire en torno a la abertura 
    es pesado y espeso como un humo ardiente. 
    Pasa, dice, y siento su voz 
    respirando desde la abertura. 
    La salida pasa por la boca de Satán. 
    Entra en mi boca, dice, ya estás, 
    y la enorme bisagra 
    empieza a cerrarse. No, también 
    los quería, tenso 
    los músculos del cuerpo 
    dentro de la casa de cedro. 
    Satán sale por succión del ojo de la cerradura. 
    me deja en la caja, sella 
    con el lacre de su lengua la cerradura en forma de corazón. 
    Ahí tienes tu ataúd, dice Satán. 
    Apenas oigo; 
    Caliento mis frías 
    Manos contra el ojo de rubí 
    De la bailarina- 
    El fuego, la súbita revelación de lo que es el amor.

    Satan says

    I am locked in a little cedar box 
    with a picture of shepherds pasted onto 
    the central panel between carvings. 
    The box stands on curved legs. 
    It has a gold, heart-shaped lock 
    and no key. I am trying to write my 
    way out of the closed box 
    redolent of cedar. 
    Satan comes to me in the locked box 
    and says, I'll get you out. Say 
    My father is a shit. I say 
    my father is a shit and Satan 
    laughs and says, It's opening. 
    Say your mother is a pimp. 
    My mother is a pimp. Something 
    opens and breaks when I say that. 
    My spine uncurls in the cedar box 
    like the pink back of the ballerina pin 
    with a ruby eye, resting beside me on 
    satin in the cedar box. 
    Say shit, say death, say fuck the father, 
    Satan says, down my ear. 
    The pain of the locked past buzzes 
    in the child's box on her bureau, under 
    the terrible round pond eye 
    etched around with roses, where 
    self-loathing gazed at sorrow. 
    Shit. Death. Fuck the father. 
    Something opens. 
    Satan says 
    Don't you feel a lot better? 
    Light seems to break on the delicate 
    edelweiss pin, carved in two 
    colors of wood. I love him too, 
    you know, I say to Satan dark 
    in the locked box. I love them but 
    I'm trying to say what happened to us 
    in the lost past. Of course, he says 
    and smiles, of course. Now say: torture. 
    I see, through blackness soaked in cedar, 
    the edge of a large hinge open. 
    Say: the father's cock, the mother's 
    cunt, says Satan, I'll get you out. 
    The angle of the hinge widens 
    until I see the outlines of 
    the time before I was, when they were 
    locked in the bed. When I say 
    the magic words, Cock, Cunt, 
    Satan softly says, Come out. 
    But the air around the opening 
    is heavy and thick as hot smoke. 
    Come in, he says, and I feel his voice 
    breathing from the opening. 
    The exit is through Satan's mouth. 
    Come in my mouth, he says, you're there 
    already, and the huge hinge 
    begins to close. Oh no, I loved 
    them, too, I brace 
    my body tight 
    in the cedar house. 
    Satan sucks himself out the keyhole. 
    I'm left locked in the box, he seals 
    the heart-shaped lock with the wax of his tongue. 
    It's your coffin now, Satan says. 
    I hardly hear; 
    I am warming my cold 
    hands at the dancer's 
    ruby eye-- 
    the fire, the suddenly discovered knowledge of love.

    • Cuando mi marido me dejó, hubo un dolor que yo no 
      sentí, el dolor que siente quien pierde a aquel 
      a quien ama. No me empujaron 
      contra la rejilla de una vida oral, 
      sólo contra la verja, lentamente cerrada, 
      de la preferencia. A veces los envidiaba 

    • Estoy encerrada en una cajita de cedro 
      que tiene un cuadro de pastores pegado 
      al panel central entre tallas. La caja descansa sobre unas patas curvas. 
      Tiene una cerradura de oro en forma de corazón 
      y carece de llave. Intento escribir mi 

    • Cuando el médico residente auscultó el corazon detenido 
      yo lo miré, como si él o yo 
      fuéramos salvajes, fuéramos de otro mundo: 
      yo había perdido el lenguaje de los gestos, 
      no sabía qué significaba para un extraño 

    • Cuando llego a casa tarde y es de noche y entro a besar a los niños 
      veo a mi hija con el brazo doblado alrededor de la cabeza, 
      su cara sumergida en lo inconsciente; 
      tan centrada por completo en su yo oscuro, 
      la boca que resopla con ligereza como alguien saciado 

    • Nos decidimos a abortar, y juntos 
      nos volvimos asesinos. No cambió nada con 
      el próximo período: estaba muerta, esa pareja joven 
      que alguna vez había abrazado la vida. 
      Mientras lo discutíamos en la cama, el choque 
      no nos sorprendió. Fuimos a la ventana,