¡Qué profundo es mi sueño! ¡Qué profundo y qué claro, qué transparente es, ahora, el universo! Si pensando en ti, siempre, si, soñado contigo, me desvelo, y te miro por dentro, con mis ojos, si te miro por dentro... veo la oscura entrada de mi vida, tu sorda luz de fuego, y ya no sé si a ti te estoy mirando, o si contemplo el cielo: el último transfondo del poniente, sin nubes y sin velos, más arriba de todas las estrellas, donde está dios, despierto. O el inicial trasfondo de la noche donde estás tú, durmiendo.
Y yo sobre la tierra, oscurecido por tanta luz, yo, ciego, soñando en dios, soñando en ti, soñando lo mucho que te quiero.
Arcángel derribado, el más hermoso de todos tú, el más bello, el que quisiste ser como Dios, ser Dios, mi arcángel triste, sueño mío rebelde y ambicioso.
Vidrio de una ventana entreabierta de julio Hasta mí que tendido descanso con cansancio feliz de sucesivos tiempos y espacios llega el verano su soplo vital cálido... Vidrio en el que ahora contemplo reflejadas las casas
No, corazón, no te hundas. Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto. La vida es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora supones, mucho más magnánima. ¿Te atreverás a decirle que te debe algo? Eres tú quien se lo debes todo.