Lo malo no es lo que uno sufre, 
sino lo que uno hace sufrir. 
Lo malo no es ser la víctima. 
Lo malo es ser el verdugo. 
No la injusticia que nos hacen, 
la que hacemos a los demás. 
No es lo peor ser el reo. 
Es mucho peor ser el juez. 
Lo malo no es ser tentado, 
sino inducir a tentación. 
(Eva y Adán no cometieron 
Ningún pecado original. 
No existió en su inocencia culpa. 
No hubo culpa suya ni nuestra. ) 
Más vale no saber nada 
que hacer daño con la verdad. 
Y no saber nada no quiere 
decir lavarse las mano. 
Ni el verdugo es únicamente 
el que ejecuta la sentencia. 
Todos somos al mismo tiempo 
La víctima y el verdugo. 
(No sabemos si, para probarlo, 
Dios padeció más que Job. ) 
Lo peor de la cruz fue que Cristo 
veía a su madre y a Juan. 
Lo peor de la cruz fue que Cristo 
no podía redimir a Judas. 
Por malo que sea el hombre, 
aún puede ser peor Dios, 
si no existe, o si existe el infierno, 
o si nacimos para morir. 
Lo peor de todo no es nada 
y todo es siempre lo peor. 
Oh, delgado contorno de la vida. 
El fluir de la sangre en él acaba. 
Oh, columna de luz y ansia de lava. 
Volcán para mi mano estremecida. 
No sabe qué es amor quien no te ama. 
No sabe qué es amor quien no te mira. 
Tú arrancaste a su alma y a su lira 
el son más dulce, la más fiera llama. 
Arcángel derribado, el más hermoso 
de todos tú, el más bello, el que quisiste 
ser como Dios, ser Dios, mi arcángel triste, 
sueño mío rebelde y ambicioso. 
¡Qué profundo es mi sueño! 
¡Qué profundo y qué claro, 
qué transparente es, ahora, el universo! 
Si pensando en ti, siempre, 
si, soñado contigo, me desvelo, 
y te miro por dentro, con mis ojos, 
si te miro por dentro... 
No, corazón, no te hundas. 
Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto. 
La vida es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora 
supones, mucho más magnánima. 
¿Te atreverás a decirle que te debe algo? 
Eres tú quien se lo debes todo. 
Y de repente dije: Esto es la vida. 
Esto y no más. Palpé su forma cierta. 
La adiviné mortal. El alma, alerta, 
vibró un instante toda estremecida. 
Hay un reguero dulce y encendido 
de sol sobre los álamos dorados. 
Y, a lo lejos, los montes ya nevados 
encalman el paisaje atardecido. 
Vidrio de una ventana 
entreabierta de julio 
Hasta mí que tendido 
descanso con cansancio 
feliz de sucesivos 
tiempos y espacios llega 
el verano su soplo 
vital cálido... Vidrio 
en el que ahora contemplo 
reflejadas las casas