Cierta vez un sueño tejió una sombra sobre mi cama que un ángel protegía: era una hormiga que se había perdido por la hierba donde yo creía que estaba.
Confundida, perpleja y desesperada, oscura, cercada por tinieblas, exhausta, tropezaba entre la extendida maraña, toda desconsolada, y le escuché decir: '¡Oh, hijos míos! ¿Acaso lloran? ¿Oirán cómo suspira su padre? ¿Acaso rondan por ahí para buscarme? ¿Acaso regresan y sollozan por mí?'
Compadecido, solté una lágrima; pero cerca vi una luciérnaga, que respondió: '¿Qué quejido humano convoca al guardián de la noche?
Me corresponde iluminar la arboleda mientras el escarabajo hace su ronda: sigue ahora el zumbido del escarabajo; pequeña vagabunda, vuelve pronto a casa.'
Acudid, gorriones míos, flechas mías. Si una lágrima o una sonrisa al hombre seducen; si una amorosa dilatoria cubre el día soleado; si el golpe de un paso conmueve de raíz al corazón, he aquí el anillo de bodas,
¡Tú, ángel rubio de la noche, ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona y sonríe a nuestro lecho nocturno! Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los
Desciende el sol por el oeste, brilla el lucero vespertino; los pájaros están callados en sus nidos, y yo debo buscar el mío. La luna, como una flor en el alto arco del cielo, con deleite silencioso, se instala y sonríe en la noche.
Cierta vez un sueño tejió una sombra sobre mi cama que un ángel protegía: era una hormiga que se había perdido por la hierba donde yo creía que estaba.